Escrito y dirigido por Juan López Docón va :
Sobre la historia de Hellín a través de recortes de prensa,entrevistas, charlas con los ancianos,reportajes de vídeos y fotografías, historias de los echos que pasaron, sus calles, atra vez de libros de hellin y muchísimo más.
Mirando en mi archivo,encontré estos recortes del Semanario HELLIN del año 1936
Noticias del semanario Hellín de 1936
Gracias al semanario Hellín ,con fecha del 17 de febrero de 1936, nos enteramos de varias noticias de interés, fue la primera el nombramiento de un Maestro y otra el cambio de Gobernador Civil.
Decian las crónicas de varias notas locales :
Nombramiento
"Ha sido nombrado Maestro Nacional interino de Hondon de los Frailes (Alicante), nuestro querido compañero redactor de Hellín y amigo don Antonio Andújar Barsalobre.El Sr Andújar tomó posesión de su cargo y se encuentra de nuevo entre nosotros, hasta mañana lunes que se marchará a ponersé al frente definitivamente de su destino.Le felicitamos cariñosamente."
Y otro nombramiento más decia:
" Ha sido nombrado el Gobernador Civil de esta provincia don José Maria Mingot Tayo, por dimisión del que el anterior que desenpeñaba el cargo ,don Antonio Bernabeu.
El Sr Bernabeu, fue duanrante el poco tiempo que tuvo el mando de la provincia, un fiel y entusiasta defensor de los interese de Hellín y que para este semanario tuvo siempre buenas frases de cariño y elogio que nosotros no olvidaremos nunca.
Saludamos al Sr Bernabeu y deseamos al nuevo Gobernador, a quien felicitamos desde estas columnas, el mayor hacierto en el desenpeño de su elevada misión"
En este semanario seguian diciendo :
"Ha dado a luz con toda felicidad una hermosa niña la esposa de nuestro amigo don José Tomas Garaulet, la recien nacida la llamaron doña Dolores Garaulet.
Tanto la madre como la recien nacida se encuetran en perfecto estado de salud.
Historias de cine: Cómo la Feria de Albacete consiguió que el invento de los Lumière llegara a esta provincia
El cinematógrafo se hizo popular en Albacete gracias a los emprendedores que convirtieron la fotografía en movimiento en un espectáculo de barracas. La mayoría de los exhibidores procedían de otras provincias, aunque hubo una empresa albacetense, La Unión, cuya incursión en el negocio costó la ruina a sus promotores. Gracias al periodista José Fidel López hemos conocido a t de la publicación digital www.cuentosdecine.es cómo el cinematógrafo, nacido a finales del siglo XIX y considerado como el arte de la nueva era nacida al calor de la Revolución Industrial. La Feria de Albacete contribuyó especialmente al desarrollo de este arte que en un principio no era considerado como tal sino como espectáculo de barraca y eso, precisamente, le hizo crecer y hacerse enormemente popular.
Una de las empresas más populares fue Requena, familia levantina volcada en el negocio, que comenzó con su barracón ferial y terminó abriendo el Central Cinema. Hubo un tiempo en el que el cine era un acontecimiento extraordinario, único... El séptimo de los artes nació de la ilusión de ver la vida en una pantalla. Ya no bastaba con una fotografía estática. Había que caminar hacia el progreso. Y de ahí que fueran muchos los intentos que trataron de poner en funcionamiento la imagen.
Su coste no era pequeño, por lo que sólo unos avezados emprendedores se atrevieron en un principio a aventurarse en un negocio cargado de incertidumbre. Hay que recordar que fue un pionero, el granadino Antonio de la Rosa, quién decidió mostrar a los albaceteños las maravillas del cinematógrafo. El lugar elegido fue el Salón Liceo, que no contaba con las condiciones apropiadas, pero en aquel momento, ¿quién sabía qué características debía reunir una sala cinematográfica?
De cualquier forma, la planta baja del Casino Artístico sirvió a la perfección para proyectar sobre una pantalla las primeras películas, cortos más concretamente, que llegarían a la ciudad. El cine fue la consecuencia lógica del interés del hombre por encontrar un mecanismo, un sistema que propiciara acción y movimiento a las fotografías.
Precisamente, el establecimiento de la fotografía comercial por parte de Louis Daguerre en 1839 marcó de inicio de una carrera de fondo que tendría diversas etapas intermedias hasta que los hermanos Lumière lograron presentar al mundo el cinematógrafo en la primera sesión pública de pago el 28 de diciembre de 1895.
Para ello se eligió el sótano del Salon Indien du Grand Café de París, local nada apropiado para estas artes situado en el archiconocido a estas alturas Boulevard des Capucines. En el camino se quedaron otros muchos investigadores a partir de la primera proyección en diciembre de ese año en la capital francesa, avezados enviados de los hermanos Lumière comenzaron hacer llegar el curioso invento a diversos lugares del mundo.
El invento de los Lumière llega a Albacete
El 15 de mayo de 1896, cinco meses después, llegaría a Madrid Alexandre Promio cargado y dispuesto a disparar el cinematógrafo en los bajos del Hotel de Rusia, situado por aquel entonces en la confluencia de la Carrera de San Jerónimo y la calle Ventura de la Vega.
Después de ese momento el cine se extendería de forma imparable e inteligentes empresarios se armaron de valor para invertir en el cinematógrafo y comenzaron a recorrer los caminos de España. A la provincia el séptimo arte entró antes por Hellín que por Albacete. Fue el 20 de febrero de 1897 gracias a la iniciativa de los señores Hernández y Franco. Pero estos empresarios decidieron no llegar hasta la capital para mostrar tan interesante invención por motivos desconocidos.
Tuvo que ser De la Rosa quien haría historia en esta ciudad al poner en marcha por primera vez el cinematógrafo el 5 de diciembre de 1897 y desde aquella jornada prácticamente de manera interrumpida el celuloide fue corriendo por kilómetros.
Tal efeméride se puede rememorar hoy en día gracias a la Prensa, verdadero testigo de la historia contemporánea, amén de los documentos que se atesoran en el Archivo Histórico Provincial, escudriñados por investigadores como Francisco Fuster Ruiz, archivero y profesor de Archivística, o Jean Claude Seguin, catedrático emérito de la Universidad de Lyon, entre otros. Pero tras esta primera incursión el cine no volvería Albacete hasta 1899. Fue un feriante, Manuel Fernández Cuevas, de Ciudad Real, quien llegó a nuestras fiestas para proyectar las primeras películas que se rodaron en el planeta. Es evidente que la energía eléctrica vino a cambiar los espectáculos feriales, que avanzaron sobremanera respecto a otro tipo de diversiones existentes hasta ese momento. Y sin duda el cinematógrafo despertó el interés de los albacetenses. La novedad era la novedad.
El nacimiento del cine.
El empresario en cuestión, atraído por este nuevo negocio que daba aún sus primeros pasos, decidió olvidarse de la atracción de barraca que paseaba hasta ese momento por las fiestas de España, un museo de figuras de cera, para poner en marcha el cine de Feria.
Más cine en Feria
Siguiendo con esta vinculación entre cine y Feria, en 1899 un pionero que se presentaba como Farrusini, en realidad el apellido de este empresario ilerdense era Enrique Farrás, vino durante los días de Feria por primera vez con Riña de mujeres y Choque de trenes, dos películas de apenas 10 metros que se pasaban infinidad de veces a perra chica la proyección.
De nuevo, traería la magia del cine en 1900, pero en esta ocasión con películas de 1.000 metros. Títulos como Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los 40 ladrones, La gallina de los huevos de oro y La pasión de Jesucristo. Se trataba de cine en barracas, y eso sí, siempre en sesiones animadas por la música de órgano con figurillas danzantes.
Esa misma Feria de 1900, Vicente Higón, procedente de Jativa, aparecía con su barracón de cinematógrafo. Medía 10 metros de ancho por 17 metros de largo, y otro pionero más, Juan González Ros, de Cartagena, solicitó autorización para instalar su cinematógrafo en una barraca de 30 metros de largo por nueve de frente y que disponía de una máquina eléctrica de primera, pero por cuestiones de logística no llegó a instalarse.
Otro emprendedor que sí trajo ese maravilloso inventó en 1900 fue Miguel Berbis, representante en España del Cinematógrafo Lumiere y de unos cuadros de magia en colores llamados Vargraph Mágico. Natural de Játiva, montó su barracón en el Paseo Ferial, una instalación de ocho metros de fachada por 24 de fondo. Sus sesiones fueron todo un éxito, con películas como La Cenicienta o Noche de bodas.
Farrusini también llegó la Feria de Albacete.
Está claro que, si no hubiera sido por exhibidores procedentes de otras provincias, los albaceteños no habrían descubierto este mágico arte, ya que los empresarios de la tierra quizás expectantes no se atrevían a dar el primer paso. Pero sí hubo un pionero, Miguel Sánchez Aroca, quien, junto con una serie de socios, puso en marcha una sociedad, La Unión, en el verano de 1900 y cuyo único fin era la explotación de un cinematógrafo. Sánchez Aroca y sus colaboradores se empeñaron hasta las cejas para disponer de la mejor equipación posible.
La Unión
Los promotores de La Unión -Miguel Sánchez Aroca, que ejerció como apoderado del resto, Pedro Fernández Sebastián, José Portero García, Raimundo Rubio Soriano, Juan José Rubio Villaplana, José Martínez Parra, Asensio Robles Villalba, Lorenzo Rubio Núñez y José Antonio García Sánchez- trabajaban como camareros, encargados de la repostería y arrendadores del salón de recreo del Casino Artístico, excepción hecha de Sánchez Aroca, que era escribiente de la secretaría de la institución cultural. Quizá vieron en el cine su futuro cuando fue el Casino Artístico el que, en su Salón Liceo, estrenó esta nueva modalidad artística.
Sus proyecciones en el Paseo de la Feria fueron todo un éxito y, de hecho, el periódico Defensor de Albacete destacaba el 10 de septiembre de 1900 en una de sus informaciones la excelente acogida que dio el público al salón de variedades de La Unión en su ubicación ferial, dotado con su equipo Vitascope Edison Número 89.
Entre las películas, Salida de un vapor, Llegada de un tren, Conducción de maderas, Puente giratorio, Napoleón en el Puente de Arcole, La Pyramide de Triboulet, Danza del fuego (en colores), Segadora mecánica, Molino mecánico, Juerga y baile flamenco, Baile y bronca flamenca, Fijadores de carteles, Querella entre dos soldados, Don Quijote y los molinos, Comida de niños y Cenicienta (en colores).
La barraca de Sánchez Aroca y asociados tenía 20 metros de fondo por nueve de ancho, y según el rotativo albacetense, fue un verdadero acontecimiento "jamás visto en esta capital", aunque dedicaba otros calificativos, como "de gran interés", añadiendo que las sesiones se contaban por llenos. Otra historia fue el final de este proyecto cinematográfico Made in Albacete, que acabó en ruina, lo que llevó a sus promotores a declararse "pobres" legalmente, después de que no pudieran liquidar al proveedor, Agustín Orovitg, los equipos, ni las tasas al Consistorio. Una larga historia que acabó en los tribunales.
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De todas maneras, hay que señalar que algunos de estos barracones aprovechaban el resto del año para instalarse en diferentes ubicaciones de la capital.
Todos estos datos confirman que el cine era un espectáculo de barraca ferial en sus primeros años, en sus primeros pasos, y así se prolongó durante años, como lo certifican los programas feriales de las tres primeras décadas del Siglo XX, en los que aparece claramente la instalación de cinematógrafos en el Paso de la Feria, junto con otros espectáculos, desde circos ecuestres a galerías de figuras de cera, pasando por fonógrafos, teatros panorámicos, carruseles, ruedas de bicicletas, animales amaestrados, iluminaciones por las fábricas de electricidad de la capital...
El maestro de la crítica cinematográfica por excelencia en Albacete, José Antonio Tendero, explicó en un artículo incluido en el libro Albacete, en su historia, que el cinematógrafo llegó a la ciudad gracias a que era un espectáculo de Feria. "Bajo la carpa de un barracón ferial reside, la mayoría de las veces, lo fantástico, lo maravilloso, que a la vez es divertido, por lo que ningún otro lugar más idóneo para este arte del Siglo XX".
Pero hablar del cine de verano y de la Feria y no referirse al empresario levantino Requena sería más que injusto. Desde 1915 estuvo ofreciendo metros y metros de celuloide el señor Requena a los albaceteños en un barracón instalado en el Paseo de la Feria. Su entrada, recordaba José Antonio Tendero, que se hacía llamar Harold, "que tenía mucho de barroco retablo", contaba con un friso de figurillas de madera "que componían una orquesta".
"Permanente labor de difusión del cine la de aquel exhibidor valenciano cuyo apellido daba nombre a su próspero negocio en el que involucró a toda su familia, y uno de cuyos hijos -Mariano- estableció en la calle Concepción el Central Cinema -con el tiempo, el Cine Productor-, un local que se acreditó con rapidez y con todo merecimiento".
Noticias del semanario Gente Nueva de hace 114 años
Mirando en mi archivo vi tres cortas noticias que aparecian publicadas en el Semanario Gente Nueva, estaba fechadas en el mes de mayo del 1908 , ya ha trascurrido muchos años decian:
Asesinato en la vecina localidad de Tobarra:
"Informaba de un grave suceso que comociono a la vecina localidad de Tobarra, el asesinato del que fuera Alcalde Donaciano Fernández fallecio de una puñalada que le asestó en el corazón un antiguo empleado municipal, segun relataba este Semanario los motivoos fue la enbriagadez que esto llevo a un escándalo y a insultar al agente ejecutivo de aquel ayuntamiento, cuando la primera autororidad local quiso ponere fin a la disputa, el detenido que hiba ebrio fue cuando le asestó la puñalada."
Otras de las noticias que aparecian en este número del semanario eran:
"El triunfo obtenido por el pintor hellinero Abelardo Rebollo, que habia sido galardonado en el circulo de Bellas Artes de Madrid, por un magnifico desnudo que había exhibido en la reciente exposición celebrada en dichon centro.
Este era deudécimo premio que obtenia el pintor"
Terminaba este semanario dando otra triste noticia :
"Informamos sobre el fallecimiento del jefe de la policia hellinera ;Antonio Cordina, que a muerto tras una penosa enfermedad"
La verdad es que aunque sean noticias de antaño siempre te dejan helado ,algunas ¡claro!.
Pregón de Federico Muelas aparecido en la Revista Literaria Macanaz
Estando mirando entre mís apuntes de mi archivo encontre este pregón de Federico Muelas ,publicado en la revista literaria MACANAZ en concreto en la número cinco de los seis que publicaron
He aquí dicho escrito que lespongo para que lo lean ustedes y que espero que sea de su agrado
Pregón de Semana Santa de Hellín Por Federico MUELAS
Hellín está en el Albacete que se encrespa, que se alza a los cielos. Media provincia llana, manchega, y otra media provincia altiva, montaraz: Alcaraz, Yeste y Hellín", heptasilábico que muy bien pudiera dar comienzo al gran romance de estas tierras viejas que tantas cosas han visto. Las gentes de hoy, cuando se habla de Albacete, recuerdan la capital, crecida Rn pocos años al ritmo de tiempos nuevos, nacida, con extraña causalidad, como de su propia feria. Olvidan o desconocen el Albacete milenario, Celtide silicio, Alaba celtibérico, Alba Civitas romano, Albacete arábigo, poblado de ruinas que atestiguan su remota andadura en la Historia, desde la piedra blanca de Libisosa, pedestal para la palabra de San 'ablo, a los enfáticos latines entreverados de prosas y versos de acasión que conmemoran sobre piedra del país la decisiva batalla de Almansa En la Sierra de Alcaraz veía el Infante don Manuel todas las clases de caza que apetecer puede el buen ballestero. Asomarse a cualquiera de estas escarpadas sabiendo mirar, vale tanto como hacerlo al mejor barandal de la Historia. En estas tierras y en estas gentes hay enterrados muchos siglos que de vez en vez salen fuera con la reja del arado o con la ocasión. Y ocasión propicia esta de las grandes fiestas, de los momentos solemnes en los que el pasado se hace presente, momento eterno: "Hoy es siempre todavía", decía Antonio Machado. Y en el presente, ya tiempo remansado, volvemos a mojar el pie de nuevo, a refrescar la memoria desmintiendo al griego que aseguraba nadie se baña dos veces en la misma onda. Tiempo de siglos; tiempo que no pasa o que pasa y vuelve puntual cuando la aldal a de la fecha convoca. Así en la Semana Santa, en los días santos bajo la luna llena de marzo. Y sobre todo en este Hellín, en esta Ilum o Ilunum, que el romance dulcificó llamándole Felin o Mantelín. Para que la ilusión del eterno retorno sea completa cuando llegan los días que conmemoran el drama del Calvario. Hellín se sumerge en el fragor de su tamborada, como en el torrente del tiempo, como en la tronada inmensa de los siglos, como si se hubiera dado hacia atrás al tremendo artilugio del universo para traer el ayer de nuevo, arrancando a la Muerte de su pétreo regazo nombres y sucesos. Convoca la fecha a los ilunenses o hellineros concurren al mandato inapelable, a la llamada que habla con el tono recio de los mil parches sonoros, con el desgarrado grito de los clarines. Acuden olvidando sus nombres a ser una gota más en el cadual humano de las procesiones, a desmentir rigores de fechas infaustas, a proclamar-la pervivencia de una conciencia colectiva más fuerte aún que el rebrojo de la especie que levanta la espiga del recién nacido junto al filo mismo de la guadaña que cercenó la vida del abuelo. Porque Hellín, como todos estos pueblos colocados en tremendas das encruci jadas de la Historia, alzado donde La Mancha termina y nuevas tierras feraces comienzan, no demasiado lejos de la otra Mancha aún más grande del mar, ha sido alzado y trillado por razas y culturas. Hellín se doró con los reflejos del Hércules de plata, del Hércules de Ilumno, de doce pies de alto, que Pompeyo Hila mandó cincelar; Hellín vivió la esperanza del fugaz reino de Teodomiro, el Tadmir de los árabes, y pagó la parte que le correspondía en las diez mil onzas de oro, diez mil libras de plata, diez mil caballos y mulos, y mil lorigas, espadas y lanzas que le impusiera el árabe vencedor; Hellín contribuyó a la lucha contra el invasor, defendiendo hasta lo humanamente posible el patrimonio cristiano que había recibido. Cedió cuando no podía hacerse otra cosa y recordó la semilla antigua lanzada en su suelo, cuando Alfonso I de Aragón llegó hasta los muros de Alcaraz. Conquistada Alcaraz por Alfonso VIII, enraizado poderosamente el poderío cristiano en aquellos lugares, Hellín vivió no le vida de afanes N trabajos. De estos primeros tiempos de su firmeza data, si hemos de creer a las crónicas la costumbre de redoblar con tanta insistencia los tambores en los días santos. Se dice que el ejército de Muhamad, derrotado junto a Chinchilla, se retiraba hacia la sierra dejando tras sí rastro de horror, talando campos y degollando a sus moradores. En la noche del Viernes Santo de 1332, las fuerzas mahometanas se hallaban en las inmediaciones de Hellín. Sustituyendo a las campanadas que los árabes habían prohibido, los cristianos se servían de carracas, tambores y caracolas, y con ellos acompañaban el paso de la procesión. Los musulmanes, al avistar el pueblo, quedaron sorprendidos de aquel fragor y de la multitud de lucecitas que brillaban como un minúsculo firmamento. Preguntado un pastor-ese pastor del que nunca falta cuando la leyenda lo necesita-~ mintió, asegurándoles la llegada de fuerzas cristianas, lo que determinó la huida de los moros Enterado el rey don Alfonso-TV de Aragón y III de Cataluña-, dispuso que se celebrara todos los años el singular suceso, que sólo a la voluntad de Dios podía atribuirse, acompañando a las procesiones con sonoros instrumentos. A partir de esta fecha y durante siglos, Hellín 17a conmemorado la muerte del Redentor de esta original manera, que le destaca entre todas las tierras de España, y que es como Si la intensidad de su dolor abriera los montes en el calofrío de un geológico estremecimiento. No es tarea fácil describir lo que tan preñado está de sentido, que dice a la vez cien cosas distintas. La devoción del pueblo ilunense, expresada en las múltiples estampas de sus procesiones, equivale a una sucesión de símbolos o fórmulas que contienen la esencia de mil sucesos diferentes. El escritor, ante el mundo que se entrable tradicionalmente en las primeras horas de la tarde del Miércoles Santo, solo puede aspirar a unir su asombro al de todos y ofrecer la expresión de este asombro con la mayor pureza posible. Pretender penetrar hasta los últimos adentros en este mundo que entreabre la esclusa de la hora y que, incontenible, se nos echa encima cual agua gigante presa, sería hojear página a página la historia de un pueblo milenario que ha sentido pasar sobre sí todas las oleadas que conformaron la Historia nacional. El escritor se satisface siendo espectador ingenuo, formando parte de esta orgullosa corriente, de este soberano latido, de esta gigante orquestación bajo las órdenes de una- mano invisible que despeña la sonora catarata u ordena el silencio. Y es que hay un instante en que el fragor cesa y se hace el silencio en el pueblo de las tres colinas. Un silencio más hondo, más sereno, más elocunete en su mudez, como esos extraños lagos de las altas montañas, siempre inmóviles, mirando a los cielos de hito en hito, verdadera pupila de las cumbres, cercados por la órbita aborrascada, por las tremendas arrugas de las ásperas cimas. Es el silencio súbito ordenado por la genial dirección que agavilla los torrentes de la pasión humana y contiende los cuadales del fervor con la firmeza del cauce que, tallado en roca, resiste impasible el empuje de las aguas. Gran silencio o enorme calderón mientras la luna del Paresceve dicta en el gigante atril del cielo sus cuatro tiempos de redonda. Pero el cronista pretende su mínimo pliego de aleluyas, las manudas estampas que lanzar quiere en el aire de su Pregón. Cada lugar, cada instante, el texto único que escriben las filas penitenciales, miniado en los tronos, en las alegorías, aborrascado-fervor y vida, sencillamente en la subida al Calvario, dicta una página distinta. La hora y el lugar hacen inagotable el texto único de la procesión. Escogiendo recuerdos, podría decir del paso de ``La Oración del Huerto>>, que las gentes llaman "El Paso Gordo>>, con sus túnicas verdes y sus palmeras diminutas coronando los báculos; la Magdalena, que cambia de túnica y se viste de luto en la tarde del Entierro; los "carricos", o gigantes trompetas, cuya familiar denominación las destrona la impresionante Cofradía del Crucificado, formada por gentes que saben del dolor de las persecuciones, de la saña y el odio sin sentido, y visten hábito morado y rojo, como las huellas mismas del dolor; La Dolorosa, que muchos ojos no ven porque en el alma llevan aquella otra de Salzillo, que la saña sacrílega destrozó; la Cofradía de La Soledad, cuya imagen, única que se salvó de la furia de los revolucionarios, parece, más que acompañada, custodiada por sus cofrades, de túnica negra y capa blanca, caballeros de una orden que saben bien el valor que para Hellín tiene la sagrada pervivencia; el entusiasmo de las juventudes católicas en torno a la imagen del discípulo amado; el tránsito del Yacente, obra maestra de Benlliure, entre las recortadas sombras de los nazarenos enlutados; La Virgen de la Amargura, obra de un escultor local, José Zamorano, que ha sabido recoger una limpia tradición de magistral imaginería vaciánciola en nuevo y personal estilo. Y los gremios, alfareros de la Cofradía de Los Azotes; alarifes del Prendimiento. ¿Qué cofradía, me pregunto, congregará a los herreros en esta tierra donde el hombre siente la voluptuosidad de dominar el hierro, espumando la obra bella con su viril esfuerzo? ¿Y cuál será la Cofradía de las gentes del esparto, que han incorporado su aspereza, trenzándolo con arte al hábito procesional? Y ``el encuentro>> de la Madre y el Hijo, mientras cientos de palomas surcan los aires. ¡ Semana Santa de Hellín, en la que se riza la sobriedad de los desfiles castellanos con bellos alardes, adelantados en el barroco de las fértiles tierras próximas! El cronista, el pregonero, quisiera poder signar la atención de todos con la viva luz de tus desfiles, venceclores un instante de la tronada de tus mil tambores... A sabiendas de no haberlo conseguido, quede al menos en el aire, con el agudo de tu nombre-HELLIN-, el primer clarinazo de tu españolísima manera de conmemorar, a horcajadas entre Murcia y Castilla, los días dolorosos de la Muerte del Señor.
Hoy mirando en mi archivo saque este recorte que es un poema de un hellinero, este poema me lo trajo una de mis sobrinas de un periódico que encontró roto lo único que se podía leer era este poema.
Está es la casa de la familia Velasco, hoy ya está en pie. La derribaron y en su lugar esta un edificio de pisos y un bajo donde se encuentra la caja de ahorros de Albacete. Fotografía archivo del autor.
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