Los Franciscanos
La orden franciscana ha sido la única presente en esta comarca antes del siglo XX, con conventos de frailes en Tobarra y Hellín, y otro de monjas claras en esta ciudad, que fue el único mantenido tras la desamortización de 1835. En la primera década del siglo XX el Ayuntamiento se convierte en propietario del inmueble y lo destina a diversos usos: Academia, Cuartel de la Guardia Civil, parque de bomberos y cárcel. En 1927 el edificio fue devuelto a la comunidad de los Padres Franciscanos, destinándose a uso religioso y colegio religioso con internado.
El Convento de San Francisco fue fundado en 1524 por fray Antonio de Jaén. Es el monasterio de mendicantes más importante de la diócesis de Cartagena. El inicio de su construcción se fecha en el segundo tercio del siglo XVI; en el siglo XVII el inmueble está prácticamente terminado y en el siglo XVIII se realizan obras de ampliación como la construcción del camarín rococó que acoge a la Virgen de la Inmaculada y está datado aproximadamente entre los ańos 1760 a 1770 con lienzos del Padre Villanueva y un interesante pavimento valenciano; la cubrición de las crujías del patio, así como la reparación de algunas capillas. En 1955 parte de la iglesia fue destruida por un incendio tras el cual se realizaron diversas remodelaciones, como la construcción de una portada neoclásica, el nuevo coro y los arcos mixtilíneos de acceso a las capillas. La iglesia y el claustro mantienen prácticamente su estructura original.
En el conjunto conventual se diferenciaron dos zonas: por un lado, la iglesia, abierta al culto, de nave única con capillas laterales, presbiterio poligonal y camarín rococó; por otro, el área propiamente conventual, con el claustro y dependencias alrededor de un patio distribuidorclaustral al que se accede por una portada adintelada. Estas dependencias han sido muy restauradas y otras como la sala capitular, destruidas. El antiguo huerto anejo al inmueble, parte esencial de la cotidianidad franciscana (ora et labora), fue recuperado en 1923, cuando la comunidad regresa al convento.
El claustro de cuatro galerías- el número 4 representa lo terrenal, los cuatro elementos. El Universo, el lugar donde el hombre estudia, reflexiona, se relaciona con los demás en el paseo y se eleva a Dios. El claustro es como un gigantesco atanor donde a través de la alquimia-el conocimiento-del mensaje simbólico, se transforma al hombre nuevo a través de un camino espiritual. El claustro es el centro de la vida conventual y a él-a sus galerías- dan todas las dependencias del convento. Restaurado en 1996, tiene planta rectangular y consta de dos niveles. La galería inferior presenta arcos de medio punto sobre columnas de capitel jónico y fuste liso, con tres arcos en los lados más estrechos y cuatro en los más anchos, así como ornamentos de rosetas y escudos franciscanos en las enjutas de los arcos con los motivos de las cinco llagas y las letras Tau, Alfa y Omega. El cuerpo superior está constituido por tres arcos en la parte ancha y dos en la menor; la restauración citada puso al descubierto las columnas y las pilastras de las esquinas. La galería inferior está cubierta por bóvedas de arista.
La iglesia tiene planta basilical con nave única cubierta con bóveda de cañón apoyada en pilastras, crucero sin resalto y cabecera poligonal. El crucero se cubre con bóveda de crucería, así como la capilla mayor, de planta ochavada. En los laterales se abren capillas que se abren con la nave principal a través de arcos apuntados; actualmente están intercomunicadas debido a las reformas efectuadas en 1928. El incendio habido en 1955 destruyó el coro y la techumbre de la nave, que entonces consistía en una sobrecubierta de yeso encamonada de finales del siglo XVIII que, al ser desmantelada, dejó al descubierto la primera techumbre, un artesonado de madera formado por casetones decorados con rosetas, que puede contemplarse en la actualidad. El retablo mayor es una reproducción del original, desaparecido en 1936. La sacristía, situada a la derecha de la cabecera del templo, es una gran sala abovedada que comunica con el claustro a través del túnel así como con el altar mayor y el camarín.
El camarín se ubica tras el retablo de la capilla mayor. Fue construido a mediados del siglo XVIII conforme a los esquemas de los camarines transparentes típicos del Rococó. Tiene planta octogonal de 8 m de diámetro cubierta con cúpula vaída estrellada y presenta pilastras de orden compuesto en los ángulos. Destaca su gran riqueza decorativa a base de yeserías doradas. Los muros se adornan con lienzos de fray Antonio de Villanueva, de temática mariana. En los lados menores del octógono se representan cuatro relieves realizados en escayola dorada con marcos de rocalla. La escalera de acceso y el pavimento del camarín están cubiertos de azulejería valenciana con escenas costumbristas y cacerías. La existencia de la cofradía de la Inmaculada está documentada desde 1540. La imagen actual es una fiel copia de la atribuía a Francisco Salzillo (S.XVIII), que realizó José Manuel Fernández Andes en 1941 y fue coronada en 1954. El volumen exterior del camarín sobresale del conjunto del convento y destaca por su cubierta de tejas vidriadas de color azul.
La iglesia comenzó a edificarse por su presbiterio formado por un ábside ochavado, seguido por el crucero y las dos capillas principales a ambos lados, que por sus dimensiones son los brazos de la cruz latina que el templo forma en planta. Ésta primera parte esta cubierta por bóvedas de nervios en piedra, construidas durante el siglo XVI manteniendo la tradición secular, continuada en las capillas que se abren a la nave por arcos apuntados y cubiertas por bóvedas de crucería. El artesonado, con estructura tradicional de par y nudillo, se compuso con casetones renacentistas “a la romana”. El arco toral levemente apuntado que separa las dos tipos de cubiertas es interpretado como la separación entre la feligresía común y quienes tenían su puesto reservado cerca del presbiterio.
En el siglo XVIII la iglesia se redecoró al gusto barroco. Las capillas-hornacinas acogían esculturas y pinturas que representaban multitud de advocaciones, de cuyo mantenimiento se hacían cargo patronos, por el privilegio de tener sus sepulturas, algo común en la época Con la desamortización de 1835 se dispersaron muchas de las obras de arte. Pero los mayores deterioros se produjeron durante la Guerra Civil (1936-1939). Así los retablos e imaginería actuales son de la segunda mitad del siglo XX. El retablo mayor, reproducción del original, es una obra del hellinero Rafael Millán Álvarez, terminado en 1954. Los relieves del murciano Tomás Noguera representan los siete gozos de María. Contiene los escudos de España, del Vaticano y de la familia Valcárcel, que también esta reproducido en el exterior del convento. El “incendio del belén”, 26 de diciembre de 1955, iniciado en el coro, a los pies de la iglesia, motivó que se retirara la falsa bóveda de escayola que ocultaba el artesonado, cuyas partes quemadas se restauraron con escayola, también se eliminaron los balcones sobre las capillas del lado del evangelio y el muro se redecoró con los arcos mixtilíneos actuales
Capillas del lado del evangelio desde la cabecera hacia los pies:
Capilla de Nuestra Señora de Los Ángeles, titular del convento. Su retablo en estuco es de mediados del siglo XVII. Era la capilla más noble y perteneció a la familia Pérez Vela, donde tenían sepultura. Sus escudos nobiliarios están incluidos en el retablo. Las imágenes y pinturas fueron restituidas después de 1936 por donación de Agustín Fernández y Ana Guirado. El retablo del Corazón de Jesús es obra de Rafael Millán y donación de María Cruz Pérez Roche. Imágenes de Nuestra Señora de Lourdes y San Martín de Porres.
Capilla de San Joaquín. Paso de la Virgen del Perdón y Cristo de la Caída, obra de nuestro imaginero local José Zamorano. Su cofradía solo la integran mujeres.
Capilla de La Piedad. Paso de Jesús del Gran Poder, extraordinaria obra del sevillano José Manuel Fernández Andes. Entre estas capillas se abrieron nuevos arcos durante la reforma de 1928.
Capilla de San Antonio de Padua. Perteneció a la familia Ruiz. Paso de Jesús y La Samaritana, obra también de José Zamorano.
Capillas del lado de la epístola, desde los pies a la cabecera:
Capilla de Nuestra Señora del Carmen. El paso de la Negación de San Pedro es del escultor local José Zamorano. El retablo es de la segunda mitad del siglo XX. También hay una imagen del rey San Fernando, patrón de la Venerable Orden Tercera (VOT) en España (organización seglar franciscana)
Retablo de San Pascual Bailón, fraile franciscano. Este retablo y el siguiente responden a la misma tipología, ambos tienen su origen en un retablo de piedra caliza rojiza del siglo XVI, al que se superpone otro de madera de mediados del siglo XVIII. Fueron restaurados por Rafael Millán. A los pies del altar está la sepultura encargada por Cristóbal Lozano (religioso y literato hellinero, 1609-1667) para trasladar los restos de sus padres, y más tarde los suyos. La portada de la “Puerta Reglar”, que da acceso al claustro, durante la última reforma fue rematada con un frontón, cuya pintura de José Almela representa el transito de San Francisco.
Retablo de la Dolorosa. La imagen atribuida a Francisco Salzillo ( taller) fue la única rescatada del saqueo que sufrió el convento durante la Guerra Civil. El retablo es del mismo estilo y época que el anterior. El dorado lo realizo Rafael Millán Álvarez a expensas de Dolores Millán Villote. El retablo esta rematado en el ático con una pintura de San Lorenzo, obra de Manuel Muñoz Barberán.
Capilla de Nuestra Señora del Pilar, antes dedicada a San Buenaventura. Imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Existió un pulpito forjado en hierro. El actual es de madera de castaño tallado en Vivero (Lugo) por José Otero en 1977 y donado por Aurora Millán Villote.
Capilla de San José, antes dedicada a San Diego de Alcalá. Fue la capilla funeraria de la familia Rodríguez de Vera. El retablo de San José, al fondo, es de Garcés y la imagen de San José es de Ricardo Font, está franqueado por las de San Buenaventura, San Diego de Alcalá, Santa Rita y Santa Elvira, todo fue donado por Elvira Ladrón de Guevara en 1944. El retablo de San Diego de Alcalá, en el lateral, tiene imágenes de San Francisco, Nuestra Señora del Rosario y San Rafael, patronos de Hellín.
La sacristía es una gran sala cubierta con bóvedas de lunetos separadas por arcos fajones. La mesa del centro es del mismo estilo y época que el lavamanos adosado a la pared, según inscripción, del año 1721. Desde aquí se accede a la cripta baso el camarín, donde eran sepultados los franciscanos. Hoy no hay rastros de su antiguo uso.
Finalmente una de las dudas que existían acerca de la titularidad del Convento de Franciscanos parece que se terminó de resolver, ya que el edificio de la Plaza de San Francisco pertenece a la Orden que, sin embargo, no tendrá inconveniente en cederlo al Ayuntamiento cuando se termine de elaborar el documento de cesión que, estos días, se encuentra ultimando el secretario municipal. Así lo confirmó el alcalde de la ciudad unos días después que tuviera lugar una nueva reunión entre componentes del Gobierno, de la Cofradía de la Inmaculada, de la Plataforma en Defensa del Convento que se creó a finales del año pasado y de la propia Orden Franciscana, con el fin de seguir avanzando en los trámites que comenzaron hace unos meses y dar una solución a este edificio del siglo XVI que, debido a su estado de deterioro, cesó su actividad hace más de un año. Espero y deseo que este magnífico conjunto conventual, vuelva a su legitimo dueño que no es otro que los ciudadanos de Hellín y se rehabilite antes que las demoras hagan irreversibles los daños.
Nota.- Mi agradecimiento a Campos de Hellín, Wikipedia y al libro de Elías Tormo Guía artística de Levante y Murcia sin cuyos aportes no se hubiera podido realizar este trabajo.
José Martínez Olivares