Entrevista …
UN AVENTURERO SIN
NOVELA: ARTEMIO PRECIOSO.
Hablamos con Francisco Linares, autor de un libro sobre
este albaceteño que revolucionó el mundo
editorial en España.
En historia no existe el concepto definitivo, pero con este
libro, Linares ha dibujado un boceto bastante certero de la peripecia vital de
Precioso. Como explica el profesor, armar este puzzle no ha sido fácil, “no se
conserva ningún archivo de Artemio, toda la documentación sobre él se tiene que
extraer de la prensa; al pasar por la cárcel, su casa en Hellín, la casa que
edificó su padre, fue sede de la Falange durante muchos años”. Y añade el autor
de la obra que “la documentación que se encontró, tiempo después, fue en Isso,
en algún baúl, poca cosa, algunas páginas escritas por él y luego unas memorias
transcritas por alguno de los nietos a máquina; apenas se conservan una docena
de cartas de las muchas que debió de intercambiar con autores de la talla de
Unamuno”. Todo el material desapareció. Los nietos le cedieron lo poco que
quedaba y con esto, la escasa bibliografía y lo que escarbó en los prólogos de
Artemio, el autor ha podido armar este volumen.
Por eso, Francisco Linares no quiere hablar de biografía.
Sabe que el conocimiento de una vida como la de Artemio Precioso siempre será
incompleto. Pese a ello, en 400 páginas ha conseguido perfilar un relato que
asombra. Y es que el joven Artemio,
después de fundar un par de periódicos en Hellín y colaborar con la prensa de
Albacete, marchó a Madrid con la idea de ser abogado y allí entendió que lo
suyo era el periodismo y los libros. En aquel Madrid enmarañado de artistas,
escritores y periodistas, un albaceteño logró el éxito.
Aquel Madrid había abierto el alma a los aires galantes que
llegaban de París. Un hervidero en el que todos querían sacar la cabeza en
alguna revista o periódico. “Un alboroto absoluto”, describe Linares el
momento. En la capital se hablaba de liberación de la mujer o del divorcio. Una
mentalidad nueva que chocaba contra otra reaccionaria que miraba esta apertura
con recelo. Fue entonces, justo hace cien años, cuando Artemio Precioso, a
golpe de 1.000 pesetas por libro, contrató a los mejores de la época y fundó su
colección La Novela de Hoy. Un proyecto editorial que completó con varias revistas
y por las que pasaron autores como Eduardo Zamacois, Alberto Insúa, Fernández
Flórez, Carmen de Burgos, Pérez de Ayala, Magda Donato, Miguel de Unamuno,
Emilio Carrere, Valle Inclán o Vicente Blasco Ibáñez. Con este último escritor,
Precioso entabló una amistad que perduró hasta la muerte del valenciano.
Compartieron viajes, comida y vino y el sueño frustrado de hacer un periódico
juntos.
Durante casi una década, los quioscos de España se llenaron
de las novelas editadas por Artemio. Novelas muy consumidas por un público que
se había iniciado en la lectura y que encontraban en aquellas historias baratas
el picante, humor y entretenimiento que necesitan al regresar del trabajo o en
la hora del almuerzo. La investigadora María Monserrat García Martínez escribió
su tesis sobre este fenómeno editorial y definía así este tipo de obras:
“Ficciones en las que se combina casi siempre, en proporcionadas dosis, la
fidelidad descriptiva impuesta por el realismo y el ingrediente, atractivo, de
argumentos y situaciones”. Se llegaron a publicar 526 obras. Erotismo,
galantería o como se decía entonces, estilo sicalíptico. Obras donde se
destilaban los nuevos pensamientos respecto al sexo y que escandalizaban. De
hecho, alguna de las novelas que el propio Artemio escribió fueron acusadas de
pornografía y aquello propició el principio del fin de su éxito como
editor.
Antes de exiliarse a París durante la dictadura de Primo de
Rivera, Artemio sintió los dulces aromas del reconocimiento en su propio
pueblo. En 12 de febrero de 1922, publicaba El Diario de Albacete: “Un paisano
que triunfa. Hace unos días nos sorprendió agradablemente el magnífico número
extraordinario de La Tribuna de Madrid, con una información de plana y media
dedicada a don Artemio Precioso, que marchó a la Corte en busca de ancho campo
donde desenvolver sus admirables aptitudes. Y decimos “nos sorprendió”, no
porque de Artemio no esperásemos nosotros día de gloria y de triunfo
conociéndole a fondo, si no porque la Prensa madrileña suele comprimirse en
exceso y mostrarse esquiva con el elogio a la gente nueva”. Precioso diría que
“La Novela de Hoy nació más que de la necesidad de ganar dinero, del entusiasmo
literario y romántico”.
Francisco Linares apunta un detalle más: “A él se le
consideró siempre como un recién llegado con dinero, a Madrid, heredado de las
empresas de su padre”. Finalmente, Artemio terminó vendiendo la empresa
editorial y regresó al periodismo tras la proclamación de la II República.
Inició entonces una nueva aventura como político, llegando a ser gobernador
civil de Toledo y en tres ocasiones, en Lugo. Otro capítulo más que el autor
del libro recompone para la curiosidad de los lectores y que no vamos a
revelar.
Este episodio, como casi todos los protagonizados por
Artemio, estuvo lleno de impulso, sangre y temperamento. Así era él. El
filólogo albaceteño que ha trazado su trayectoria recuerda a quienes nos leen,
que además de todo lo contado, Artemio fue padre de otro Artemio Precioso.
Héroe de la guerra civil, exiliado en Rusia y fundador, tiempo después de
Greenpeace España. “Otra vida con mimbres de novela”, afirma Linares. El
Instituto de Estudios Albacetenses ya editó hace unos años un libro sobre el
otro Artemio y en el que Francisco participó como editor.
Ahora, con la publicación de los apuntes biográficos del
padre, se cierra el círculo sobre la vida de dos personas que desde la humildad
de las tierras castellano-manchegas echaron a andar y conquistaron el mundo, a
su manera. Acercarse a sus historias es recorrer la historia de España. La
tragedia de un país atravesado por sus paradojas, la comedia de un pueblo que
siempre ha soportado el hambre con humor. Vidas de libro y sin novela de por
medio.
Jose Iván Suárez
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