sábado, 25 de marzo de 2023

Fotografia antigua bajada del calvario junto al lavadero.Juan López Docón.

Bonita fotografia antigua de nuestra Semana Santa de hellin es de el camino del la bajada del calvario y el lavadero. Espero les guste

Fallece Matias Gotor y Perier por IEA INSTITUTO ESTUDIOS ALBACETENSES

Mirando en mi archivo encontre este artículo  a Matias GotorY Perier, escrito por IEA .
Dicho artículo dice así :

MATIAS GOTOR Y PERIER (21 febrero 1987)Por  :IEA

Hace unos pocos días decíamos en estas mismas páginas que «las calles y las casas no son las que definen a una ciudad, sino sus hombres: los que viven y los que ya han muerto. Por eso, junto a las grandes avenidas, junto a los parques y jardines, lo más esencial de una ciudad es también su composanto: "allí donde reposan los hombres que la han creado". Estas palabras las escribía entonces en homenaje a un gran amigo albacetense desaparecido, Alberto Mateos Arcángel, y pueden -y deben- ser ahora pronunciadas también en memoria de otro gran amigo, Matías Gotor y Perier, lo mismo que hace poco tiempo fueron pensadas también para José S. Serna. Tres amigos desaparecidos, tres albaceteños ilustres, que quiero hoy unir en estas líneas, para simbolizar con ellos todo lo que me parece que ha sido lo más importante y trascendente de Albacete, a partir de los años 20. Porque hombres como ellos son los que han definido totalmente el espíritu de una ciudad como la nuestra.

Los tres estuvieron siempre tan identificados con su historia, con el alma de la ciudad, que sin ellos la ciudad no habría sido lo que es. ¿Cómo puede hablarse de Albacete, desde 1920 a nuestros días, sin citar a personas como Matías Gotor y Perier, José S. Serna y Alberto Mateos Arcángel?. No estaríamos hablando en realidad de Albacete, sino de cualquier otra ciudad, perdida en una galaxia remota.

El camposanto de Albacete se ha vestido de lujo, en esta espléndida mañana de domingo, con los cipreses cubiertos de blanco, para recibir de nuevo a otro hijo ilustre de la ciudad. Muy cerca de la última morada de Matías Gotor y Perier se encuentra otra, sin lápida, dedicada a «Un vagabundo desconocido»; un poco más acá, la del gran impresor y creador de empresas periodísticas Sebastián Ruiz y López; y en medio la de Antonio Gotor Cuartero, el más ilustre orador que ha dado el foro albaceteño.

Caminando por las avenidas del cementerio, acompañado de Juan José García Carbonell y de Antonio Millán Miralles, comentábamos: ¿De qué hablarán ahora, en el reencuentro feliz, padre e hijo? ¿De San Juan de la Cruz, de Antonio Machado, de Miguel Hernández, de la condesa de Villaleal? Quizás estén ahora todos juntos, ahora que la cronología histórica ya no es obstáculo para ellos, disfrutando de la poesía más dulce y profunda, la que jamás ha podido ser escrita, y que todos ellos se guardaron para una ocasión entrañable y eterna como ésta.

No tuve la suerte de escuchar jamás la oratoria brillante y exquisita, vibrante creo, de don Antonio Gotor Cuartero, pero sí que gocé, en una noche inolvidable, con una magistral conferencia de su hijo Matías, que heredó del padre la maravilla del verbo, y que cautivó a todo el auditorio de la Cueva de la Leña, en Chinchilla, en el Sancta Santorum de Manuel Belmonte y de Carmina Useros, contándonos miles y miles de cosas sobre Antonio Machado.

Recuerdo que una vez terminada la conferencia, en el coloquio amigable que siguió, Matías Gotor y Perier me preguntó cuál de los dos poetas, Antonio Machado o San Juan de la Cruz, me parecía el máximo representante de la poesía española de todos los tiempos. Mi contestación fue rápida como el rayo: Miguel Hernández. Una impertinencia que enseguida me fue perdonada, al asegurar el conferenciante que desde luego Miguel podría ser el tercero de su devoción. Y empezó a recitar sus poemas, y a contarnos cosas tan interesante sobre el vate oriolano, que podrían haber constituido de nuevo otra magistral conferencia, sin necesidad de preparación previa.

Matías Gotor y Perier es uno de los poetas albacetenses que podríamos considerar con plena justicia dentro del contexto generacional del 36. Ese grupo selecto y exquisito que hace mucho tiempo, en mi «Aportación de Albacete a la literatura española» (1974), bauticé como la «Generación poética de Agora y Altozano», y de la que formaban parte Eleazar Huerta Valcárcel, Agustín Sandoval, Enrique Soriano, Ramón Castellanos Villoldo, Eduardo Quijada Alcázar y, en la prosa insuperable, José S. Serna. Dentro del mismo contexto generacional, pero sin vinculación con estas revistas literarias, estaban otros poetas albacetenses, también de las generaciones del 27 y del 36, como Mariano Tomás, Huberto Pérez de la Ossa, Francisco Belmonte López, Francisco del Campo Aguilar y Vicente Garaulet. Un gran abanico de nombres, que es preciso estudiar y sacar del olvido, porque todos ellos estaban entonces en la plena vanguardia poética de su momento, y, podrían haber figurado con todos los honores en las nóminas más brillantes de la poesía española.

Circunstancias lamentables lo impidieron: sobre todo el mazazo de laguerra civil, que dispersó el grupo hacia todos los vientos, ocasionando, con el  desarraigo de unos y la desesperanza de otros, que sus ansias de plenitud poética se diluyeran un tanto, o se ocultaran, hasta el punto de constituir lo que yo también he llamado como «poesía del silencio» de Albacete, poesía que sólo al cabo de muchos años se atrevió de nuevo a salir a la luz. ¿Es ésta la causa que nos explica que Matías Gotor y Perier, después de los grandes valores vanguardistas poéticos derrochados en Agora («Círculo del sortilegio de Axum», «Oda a las madres jóvenes»), languideciera de golpe, y tan sólo publicara, aparte de sus «Versos a Manuel Rodríguez» (1947), alguna que otra poesía anual de circunstancias? ¡Qué buen poeta hemos perdido! ¡Qué admirable voz lírica languideció en un brillante despacho de abogado! Hace algún tiempo me confesaba su intención, frustrada como la de sus «Memorias», de publicar un libro en el que estuvieran sus obras completas en verso y prosa, que la mayor parte estaban inéditas. ¿Conoceremos alguna vez esta obra ignorada? Es una gran empresa que la ciudad de Albacete, que las entidades culturales del municipio deben emprender, de acuerdo con la familia. Matías Gotor y Perier fue un verdadero lujo para Albacete. Uno de los hijos más brillantes que ha tenido esta ciudad. Y la ciudad no debe olvidarlo. No sólo entregando cuanto antes a su viuda el título de Hijo Predilecto que en su día acordó el Ayuntamiento, sino dedicando una calle con su nombre, y editando sus obras completas. Y lo mismo deben hacer con los demás hijos adoptivos y predilectos, y con todos aquellos albacetenses que también lo merecen.

Descanse en paz Matías Gotor y Perier, abogado, escritor, orador y, sobre todo, poeta y albaceteño.  

firma IEA

Calle El cautivo. José Martínez Olivares.



Como estamos describiendo el callejero del Cerro del Castillo, aqui os dejo una historia que discurre en su entorno. Feliz domingo

El cautivo 

8 de Jumada t-Tania del 620 de la Hégira (domingo16 de Julio de 1223 d.C.) El día aparece despejado y la mañana cálida anuncia un día caluroso que agostará aún más las campas de Iyyuh achicharradas por el sol. Un halcón aparecido de improviso, hace una cabriola en el aire e inició un picado hacia la blanca presa, que revoloteaba atada a un cabo. Cuando el halcón estaba a punto de alcanzar a la paloma, una red cayó sobre él. Amín, recogió el señuelo y cuando iba a recoger la presa, un grupo de jinetes le rodeó. 

-Suelta la presa- ordenó la dama, mientras hacía una seña a uno de los sirvientes. Por su atuendo, la señora señalaba su alta condición: traje de seda y brocado blanco, turbante amarillo oro con pedrería y velo que solo dejada ver sus bellos ojos. Montaba hacanea blanca elegantemente equipada, con cabezada y riendas con ornamentos de plata y guarniciones escarlata.

La rapaz una vez liberada, se posó sobre el guantelete de piel que su dueña le mostró. Cuando el halcón sintió sobre su cabeza la caperuza, cesó tranquilizado de sus movimientos nerviosos, así como el sonido de los cascabeles que la adornaban. Amín, intentó disculparse, indicando que desconocía que el ave fuese de la dama y que su condición era de cazador de rapaces, para ejercitarlas en las artes de la cetrería. Si la dama se lo permitía, para resarcirla le regalaría el mejor de sus halcones. La joven aceptó el don y le convino a llevarle el presente al castillo de su padre Hamil-al-Yativ, el señor de Iyyuh, defensor de los creyentes y servidor del Emir de Denia.

El castillo situado sobre un roquedo que dominaba la medina, estaba rodeado por un foso y perimétrico por un adarve interrumpido por torres. El joven cetrero, penetró por una poterna tras darse a conocer a la guardia, y esperó con el halcón Zegrí, cuyo peso le doblaba el brazo protegido por el guantelete.

Iris, acudió con una doncella a donde esperaba el joven. Este la recibió con una ligera genuflexión y una sonrisa.

- As-Salaam alei-kum (La paz esté contigo) Dice el cetrero.

-Waa ali-kum Salaam (Y contigo esté la paz)-Responde la dama.
 
El joven bajó la mirada ofreciendo el presente a la joven, que ante la belleza del ave, entonó una frase admirativa al tiempo que agradecía el regalo. 

Amín le deseo la mayor de las venturas y una buena cacería con Zegrí, al tiempo que iniciaba la acción de retirarse. Iris le contuvo y se apresuró a indicar al joven, que su regalo no era completo si no le ayudaba a entrenar a Zegrí y enseñarle a ella las artes de la cetrería que atesoraba.

Durante muchos días los dos jóvenes, acudieron a la cita en un lugar próximo al río, en la llanada y trataron de adiestrar al ave, intentando relacionarla con ellos, creando una simbiosis entre hombre y rapaz, para mutuo beneficio, que tal es el arte de la cetrería. No es un sometimiento de unos u otros, sino una unión en la que ambos se gratifican. Uno con el placer de la caza y el otro con parte de la presa cobrada.

La relación entre ambos jóvenes, hizo crecer lazos íntimos que lograron romper las barreras que los separaban. La distinta condición social y la educación, pasaron a ser meras coyunturas ante el amor que se profesaban. Comieron el fruto del amor, sin inhibiciones, abandonados el uno en el otro; sin sensación de pecado; de esa forma natural, limpia, en la que los enamorados se despojan de privacidad y escriben sus mejores versos con besos, derramándose el uno en el otro; galopando corceles desbocados en busca del éxtasis. 

Hamil-al-Yativ, enterado del afecto que los jóvenes se profesaban, ordenó a su hija que no volviera a ver a Amín, bajo amenaza de confinarla en una torre.

Secretamente Iris, se reunió con Amín y le relató la prohibición de su padre y el castigo si no lo obedecía. Los jóvenes se abrazaron, se prometieron amor eterno y decidieron huir a Berbería, fuera de la influencia de su padre. Pero Hamil-al-Yativ había puesto vigilancia a la joven y cuando éstos se preparaban para huir, fueron apresados. Iris fue confinada en la torre del homenaje y Amín encerrado en una mazmorra excavada en el patio de la alcazaba, lugar lóbrego y húmedo del que era imposible escapar.

Pasó más de un año y mientras la joven languidecía en la torre, Amín se encontraba sumido en la desesperación, el hambre y la enfermedad. Ya solo esperaba la muerte como una liberación y se abandonó sin probar la escasa comida y el agua que le servían. Se acurrucó junto a la pared y se encomendó a Alá.

-Al·lahu-àkbar- Musitó y empezó una oración que le había enseñado su madre para los momentos de desesperación. Mientras oraba, pensaba en Iris. No sabía nada de ella y la crueldad de su padre no presagiaba nada bueno.

La situación que vivían le recordaba un cuento que en su niñez le contó su abuelo  Hisham del que había aprendido las artes de la cetrería: Un halcón se enamora de una rosa, pero su amor es imposible, pues él es majestuoso y vuela por los aires, componiendo bellas acrobacias; ella es bella y perfumada, pero está anclada a la tierra y quisiera volar como el halcón de que está enamorada y el halcón quisiera echar raíces. Son como tierra y aire, dos elementos distintos, pero con el mismo espíritu: entregarse al amado. La rosa quiere volar y se desraíza, el halcón desciende a la tierra para estar junto a su amada. El tiempo de forma inexorable va marchitando a la rosa y el halcón la cubre con sus alas para protegerla. Al final ambos perecen ella marchitada y el de hambre al no poder cazar, por no abandonar a su amada.

El rostro se le cubrió de lágrimas y mientras sollozaba, sonó un estampido horrísono mientras la tierra se abría como una granada. Un gran temblor sacudió el cerro durante unos segundos eternos. La mazmorra antes enterrada en el subsuelo, quedó a flor de tierra.

Cuando se desvaneció el polvo y cedió el estruendo, el atónito cetrero, caído a causa del miedo y la convulsión, observó un hueco que a los efectos de puerta se había abierto en el muro de la mazmorra. 

La oscuridad reinaba en la galería. Vio una antorcha fijada al muro por un anillo de hierro. La encendió con una piedra de sílex y un clavo que había junto a ella y vio que la galería se dirigía a una estancia excavada en la roca de la alcazaba al igual que el túnel. La humedad impregnaba los muros y todo olía a rancio y viejo. La estancia bastante amplia, estaba casi ocupada por infinidad se ánforas y arcones repletos de monedas de oro, cuyas filigranas, recordaban su procedencia hispanomusulmana, vestimentas con brocados de oro y plata, afeados por el paso del tiempo, jarrones y bandejas de plata, esculturas de jaspe y mármol, lámparas del más fino cristal, se reflejaban en los atónitos ojos de Amín, que absorto y sorprendido por el hallazgo, tardó cierto tiempo en pensar en su amada.

¿Qué habrá sido de ella? pensó. No sabe en que habrá afectado e terremoto a la medina y al castillo. Vuelve sobre sus pasos y llega al patio de armas de la alcazaba. La cerca apenas ha sufrido daños, alguna torre desmochada y sobre todo caos. El desorden que produce el pánico. Los guardias han huido y no se observan movimientos en las estancias. Sube a la torre del homenaje donde supone que Hamíl ha encerrado a su hija, según amenazó.

Hay tramos de la escalera de caracol destrozados y sube con cautela. En el tercer piso le sale al paso el carcelero, todavía confuso y sin saber qué hacer. Lo reduce con facilidad y le pregunta pos Iris: -Está en la primera celda del pasillo- responde- Abre la puerta- dice mientras le retuerce el antebrazo y le amenaza con asfixiarlo con el otro brazo.

Iris, en un primer momento no conoce al hombre barbado y lleno de harapos que la sonríe, después se tapa el rostro con las manos y solloza:-Alá sea loado-dice- Alá Akbar responde el joven mientras le coge de la mano: Vamos rápido, pronto volverán pasado el susto.

En las caballerizas escogen dos caballos y una mula y se dirigen a la galería todavía iluminada por la antorcha que había dejado Amín. Cargan varios arcones de oro y joyas en las albardas de la acémila y se aventuran por la galería que continúa más allá del cuarto, llevando a las caballerías del ronzal. Caminan despacio marcando el camino Amín. La galería se bifurca y una escalera de desarrolla en ella. Será la que comunica con la fortaleza, piensa el joven. Tras varios minutos ven una puerta de roble reforzada con clavos y junto a ella una argolla con dos llaves: una grande que encaja en la cerradura de la puerta y otra más pequeña que tras salir a un patio de una casa al pie del cerro, sirve para abrir el portón que da a la calle.
 
-Siempre se había hablado del tesoro del Cadí y de galerías que comunicaban el castillo con las afueras de la ciudad, pero todos creían que era una leyenda-

-Mi padre jamás había hablado de ello ni conmigo ni con mis hermanos- replica Iris

-Es tanto lo que había en la estancia, que nadie reparará en lo que hemos tomado. He cerrado la puerta principal y ahorra cerraré la del patio para evitar el expolio que tampoco deseo-

Amín observa la calle y no ve a nadie. Salen al campo sin ser molestados. Todos han huido a campo abierto temiendo nuevos movimientos. ¿Ha sido un terremoto? Pregunta la joven-Sí, aunque no tan grande como el que dicen que destruyó la antigua Madīnat Iyyuh, la ciudad del tolmo hace más de doscientos años y que fue el causante de la nueva ubicación de la ciudad.

-Mi padre me contó que formó parte de la Cora de Tudmir tras el pacto de Teodomiro con Muza y que mantuvo durante más de cien años su autonomía con respecto al califato-

-Exactamente Iris y según cuentan, tras el terremoto, el mismísimo Abderraman III mandó destruirla. Pero eso ya es historia y la nuestra no ha hecho más que empezar-

Nadie sabe el camino que siguieron ni el final de la historia, pero no es atrevido asegurar que tenían todos los astros de su parte para ser felices.

José Martínez Olivares

viernes, 24 de marzo de 2023

Plaza de toros de hellin realiza por mi vecino Rafael Diaz .Juan López Docón

Plaza de toros de hellin realiza por mi vecino Rafael diaz ,echa de esparto y más materiales, pero predomina el esparto.La verdad una joya.

Recuerdo : Tituno de ciudad a hellin. Juan López

Recuerdo

Esto lo digo para lo que todavía dice pueblo a hellin. El día 29 de Diciembre de 1898, María Cristina de Lorena da el título de ciudad a la  VILLA  DE  HELLÍN. 
Espero les guste.

Ya os puse un artículo por aqui donde dice que somos ciudad no pueblo.

Fotografia trabajando Francisco Reolid. Juan López

Hoy vemos a este gran artista que también conocí Francisco Reolid, hoy creo que ya falleció también, pues aqui lo vemos en uno de sus trabajos en la iglesia de San Roque .

Fotografías de Rafael Lencina.Juan López Docón

Hoy les dejo dos fotografías de Rafael Lencina, las calles son:
Calle Huerto del río , parte de atrás del convento franciscanos y Calle el mono detrás del patio de Compañía de Maria.espero les guste.

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