LA DEVOCIÓN A LA INMACULADA CONCEPCIÓN EN HELLÍN
La devoción de Hellín, “Ciudad de María” situada al sureste
de la provincia, en la frontera con Murcia, hacia la Purísima Concepción,
patrona de España, ha sido notable y profunda a través de los siglos,
convirtiéndose junto a la Patrona, la veneradísima Virgen del Rosario, y algunas
devociones pasionarias como la Dolorosa o la Virgen de la Soledad, en las
devociones más arraigadas de este pueblo, marcadamente mariano.
No se comprende la Invicta en Hellín sin su vinculación con los Padres Franciscanos, afincados en estas tierras desde 1524. Y es que esta orden se caracterizó a lo largo de los siglos por defender y proclamar la pureza de María, aún cuando todavía no existía un dogma aclaratorio al respecto. La Inmaculada Concepción es el alma del Convento Franciscano de Hellín, pues podemos encontrarla presidiendo el bello claustro barroco, en numerosos lienzos por diferentes dependencias, y, como no, en el especial camarín situado tras el altar mayor. Allí, magnífica, gloriosa, podemos encontrar siempre a la majestuosa imagen que tallara Fernández Andes en la postguerra, así como las pinturas del Padre Villanueva.Hablamos pues, probablemente, de más de cuatro siglos de devoción de los hellineros hacia la Purísima. Esta devoción a la pureza de la Virgen vivió un momento álgido en torno a 1770, cuando llega a Hellín una sensacional imagen del insigne escultor murciano, Francisco Salzillo. Si bien el escultor se distinguió en su prolífica obra por el alto valor artístico de sus tallas y la regularidad, el nivel logrado con la Inmaculada Concepción roza lo extraordinario. La excelencia en las policromías y estofas, la finura de la cabeza y manos de la Virgen, el dinamismo que observamos en los ropajes, la introducción de recursos innovadores o la dulzura de los angelitos que la escoltan, nos permite hablar de una de las mejores obras del maestro murciano, junto a su homónima en el Convento Franciscano de Murcia, al Ángel de la Oración del Huerto y la Dolorosa de la Cofradía de Jesús o la Sagrada Familia de Orihuela.Una obra que lo encumbra a lo más selecto de la escultura barroca, ya no a nivel nacional, si no, incluso, europeo. El prestigioso historiador albaceteño, García Saúco, así lo señala. De su obra “Francisco Salzillo y la escultura salzillesca en la provincia de Albacete” podemos extraer interesantes datos sobre sus características artísticas. La talla, se mueve envuelta en un vendaval celestial que realza la divinidad de María. El manto, sujeto a sus pies por un angelito, asciende con amplio vuelo y helicoidalmente por su espalda, para recogerse luego entre sus manos, así como la toca vuela por encima del hombro derecho. Las policromías y plegados de la túnica son destacables. María se asienta sobre una gran bóveda, inspirada en la celeste, sobre la que revolotean angelitos y querubines portadores de símbolos inmaculistas. Así, uno porta una cinta que reza “Tota pulchra est María”, otro una torre (“Fuerte como la torre de David, hermosa cual torre de marfil”, que rezan las letanías del Santo Rosario) y otro un vaso (“Vas spirituale, vas honorabile, vas insigne devotionis”).
La visión del conjunto debía resultar apoteósica e imponente, llamando la atención de las gentes de Hellín. Así se explica que apenas unos años más tarde, en 1794, la Iglesia Arciprestal de Nuestra Señora de la Asunción encargue a Roque López, discípulo aventajado de Salzillo, una Invicta, si bien en este caso se trata de una Imagen de vestir. Desgraciadamente, no hemos podido encontrar fotografías o más datos de la misma. Sí sabemos que los cultos hacía ambas imágenes fueron enraizándose a lo largo del XIX entre las gentes de Hellín, con multitudinarios novenarios en la proximidad de la festividad de la Pureza de María, la Vigilia de la Inmaculada o la Misa de Solemnidad de la Inmaculada. Todos estos cultos y liturgia fueron tomando forma paralelamente en este mismo siglo a nivel mundial. La fuerte devoción que muchos fieles, entre los que siempre sobresalieron los españoles, que jamás dudaron de que María había sido concebida por gracia divina y que desde siglos atrás lucharon por la declaración de su dogma, conllevó a que el 8 de Diciembre de 1854 desde el Vaticano se hiciera público el Dogma de la Invicta. España, veía recompensada su lucha y amor por María. El camarín de la Inmaculada venerada en Franciscanos recibía también unos interesantísimos lienzos, obra del Padre Villanueva, nacido en Lorca, formado en Valencia y con obras repartidas en el levante nacional, como la capital del Turia, la del segura o la culta Orihuela.
El culto en Hellín hacia la Inmaculada Concepción siguió
creciendo a medida que pasaban los años, hasta que irrumpió la Guerra Civil en
1936. Aquellos días, en los que la sinrazón se apoderó de muchos, nada pudieron
hacer los hellineros salvo ver arder las obras a las que tanta devoción habían
profesado. Si la Inmaculada de la Asunción fue destruida como una más junto a
todas las imágenes veneradas en aquella Iglesia, la de Salzillo fue furuto de
una incansable persecución. Los frailes franciscanos, que sabían el fin de las
Imágenes, intentaron salvarla de su fatal destino sacándola a escondidas de la
Iglesia y llevándola hasta un caserío situado a las afueras de la localidad,
donde difícilmente sería encontrada. Por desgracia, este hecho llegó a oídos
del alcalde de Hellín, por aquéllos días el Señor Cristobal Díaz Lozano, al que
hace no muchos años homenajeaba el ayuntamiento de Hellín. Profundo
anticlerical, inundado por el odio y rencor, mandó buscar a los Frailes
Franciscanos que quedaban en la localidad, a los que engañó. Después de
torturarlos durante horas (cortándoles dedos, dándoles brutales palizas…) les
prometió que si le revelaban el paradero de la Imagen, los acompañaría hasta un
tren que les ayudaría a escapar a Murcia, donde salvarían su vida. Finalmente,
uno de los monjes no aguantó más el dolor, y en un renuncio reveló el escondite
en el que guardaban a la Invicta. El alcalde, una vez conseguida la información
que anhelaba, los mandó fusilar a todos. Inmediatamente después, mandó a sus
hombres a trasladar dicha imagen al Plano del Santuario del Rosario, donde,
tras someterla a diversos ultrajes y sin ser capaces de percibir la perfección
artística de dicha representación, la destrozaron. Así, perdería Hellín para
siempre una de las más notables obras de arte de uno de los mayores genios de
todos los tiempos de la escultura mundial.
Sin embargo, esto no iba a suponer el fin de la devoción a
la Invicta en Hellín. En 1941, los Franciscanos se ponían en contacto con el
escultor sevillano Fernández Andes para que les haga una réplica de la venerada
anteriormente en el convento. El imaginero, que ya había realizado obras
importantes para esta localidad como la patrona, la Virgen del Rosario, en
1939, cumplió con creces. El 25 de Julio de 1941 entrega una imagen de
exquisita calidad, con gran cuidado en las estofas y policromías. El rostro de
María, dotado de gran personalidad y belleza, responde al gusto por la
inocencia de Fernández Andes. La composición formal, vuelo de las prendas… son
un canto de alabanza a la desaparecida obra de Salzillo. Así, vemos como poco a
poco, la devoción a la Invicta en Hellín recupera la normalidad e incluso
aumenta. Prueba de ello es que el 28 noviembre de 1954, coincidiendo con el
primer siglo de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción, fue
coronada en una bella celebración a la que acudieron miles de hellineros. Si
bien no tiene el carácter de canónica, el coronante fue el Obispo de la
Diócesis, Don Arturo Tavera y Araoz.También la Iglesia de la Asunción quiso
recuperar la devoción a la Inmaculada Concepción, con una elegante imagen de
bella factura, que preside su propia capilla. Desgraciadamente, en los últimos
tiempos la devoción a esta imagen se ha visto mermada en favor de la Invicta de
Franciscanos, perdiendo así, su novenario entre otras cosas.
El cierre del convento de los Padres Franciscanos no ha
supuesto un enfriamiento en la gran devoción que los hellineros sienten por
“su” Inmaculada. Así, la Iglesia de Ntra. Sra. De los Ángeles, que así es el
nombre oficial del templo del Convento, es abierta todos los sábados, donde
numerosos fieles rezan a sus pies el Santo Rosario. Y es que la Purísima
Concepción es, fue y será siempre faro de luz y esperanza para las gentes de
Hellín.
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