viernes, 1 de diciembre de 2023

Del origen que tuvo en la villa de Hellin esta fiesta de los tambores. por M.T.L.

Del origen que tuvo en la villa de Hellin esta
fiesta de los tambores.



Tiempo.ha, que mi curiosidad, más enamorada del pasado de las cosas que de su
futuro, púsome en el deseo de averiguar la razòn de esta costumbre, que tiene algo de
bárbara ó genil, de romper con el desordenado tronar de tambores y tronpetas. el augusto silencio de la ciudad en los más tristes dias del año.
Y asi, indagué en añejas historias, pregunié
á viejas comadres, grandes sabedoras del
florido libro de la leyenda, y a tal extremo
llegué en no darme punto de roposo para
conseguirio, que, como el loco inmortal, pa-
sábanseme noches de claro en claro y dias
de turbio en turbio. Quiso Dios, para mayor
desgracia mia que, como suele suceder con
la mayor parie de los hechos, no hallese dos
versiones referentes á este asunto que de
completo acuerdo estuviesen; mås. como en
el espiritu de todas ellas algo habia de ver-
dad, y aunque no la forma, en el fondo todas
estaban conformes en el hecho primordial
del cual se deriva esta fiesta, elegì por pa-
recerme más verdadera aquella que, estan-
do más conforme con la Historia, más visos
de verosimilidad ofrecia, y que para no can-
saros con más preámbulos, os he de referir
sucintamente.
Sucedió allá por el año 1332 que rompien-
do la tregua pactada con los reyes de Cas-
tilla y Aragón, el Emir de Granada Muha-
mad IV, entró de improviso por la frontera
de Orihuela y corriéndose por Almoradi,
Guardamar y Villena llegó al reino de Va-
lencia. En Valencia se hallaba å la sazón de
Alfonso IV de Aragòn y ill de Cataluña, 1o-
mando parte en la fiesta que con molifo del
casamiento de don Pedro de Ejérica, con la
hija de Hugo, juez de Arborea se celebraban
en dicha ciudad, enterado de ello mandó

ayuntar sus ricos-homes y mesnadas y mar-
chando contra el granadino, en poco tiempo
y con menor esfuerzo logró que se retirase
á sus tierras abandonando los poblados y
castillos de que se habia apoderado,
Una parie del ejército de Muhamad, derro-
1ado en las inmediaciones de Chinchilla,
corrióse hacia el sur llegando hasta el seño-
rio de Sierra en donde taló los campos y
pasó à cuchillo à sus moradores, no llegan-
do å apoderarse del Castillo, defendido por
don lñigo de Luna, en parte por la brava
resistencia que opusieron sus defensores,
y en parte porque, temiendo que de un mo-
mento á otro les diesen alcance las huestes
de don Alfonso, pusiéronse en marcha hacia
Hellin al amparo de la obscuridad de la no-
che, siendo esta la de Viernes Santo del ci-
tado año de 1352.
Estaba ya en vigor la prohibición de que
en dicho dia sonasen campanas: y asì, mi-
entras la procesión no volvía á la iglesia ó
santuario de donde hebia salido, el sonido
fuerte y desapacible de unos instrumentos á
manera de carracas les acompañaban, y á
guisa de heraldos, la precedian algunos
villanos haciendo sonar caracolas horada-
das por el extremo.
Llegaron pues los Mahometanos á la vis-
1a de Hellin cuando la procesión última de
Semana Santa, llamada del entierro de Cris-
10, se celebraba, y extrañados de tal alga-
rabìa y de la profusión de lucecillas que en
las calles y sobre las casas vefan brillar.
preguntaron á un pastor que, después de
aprovisionarse de alguna cosa necesaria.
volvia al hato, si el motivo de aquel ruido
y aquellas luces era la llegada de las hues-
tes que en su persecución venían. Tuvo el
pastor por inspiraciòn del cielo aquella pre-
gunta y deseoso de librar á sus paisanos de
algun grave daño, contestóles que sí, y que
eran numerosas, que, no encontrando alo-
jamiento en las casas, promovían aquel
desorden; con lo que, temorosos de caer en
alguna celada, internáronse los moros, mas
que à buen paso, en el corazón de la sierra
de Alcazar. y de alli tornaron a sus tierras.
Cont6 luego el pastor el caso y todos tu-
vieron por milagro divino haberse librado
de la suerte que corrieron los de Sierra, y
oidos
de tal manera divulgóse, que llegò
de don Alfonso quien dispuso que en acción
de gracias y porque no se diere al olvido
este milagro, pues ya digo que por tal lo tu-
vieron, todos los que se hallaren en la Villa
de Hellin á tiempo de-celebrarse la proce-
sión del entierro de Cristo, y tuviesen algún
instrumento de ruido, carraca, trompeta 6
algo análogo, acompañasen, la pracesión
tanéndole.
Corrieron los años y la'costumbre no so-
lo no cayó en desuso, sino que se aficionó
el pueblo de tal manera á ella, que cuando
se introdujo en los tercios castellanos el uso
de atambores ò cajas de guerra, introdujose
lambièn en Hellin su uso como acompaña-
miento de.la citada procesión. Pero sucediò
que a fines]del siglo XVIll llegó á regentar el
convento de PP Franciscanos existente en
esta Villa un bendito Prior muy celoso cum-
plidor de sus deberes religiosos, el cual no
encontró muy devoto que de tal modo se
rompiese el silencio que en semejantes dias
y en semejanies actos debe reinar y consi-
guiò de algún alcalde de rey que prohibiese
tan extrañas muesiras de devoción; amotinó-
se, con la prohibión, el pueblo harto aficio-
nado ya al redoblante, y el alcalde volvió
á autorizar los piadosos ruidos; amoscóse
el Prior, y viéndose el Alcalde entre la espa-
da y la pared, discurriò un medio con el que
todos quedaron satisfechos. Y fué, que vez
de acompañar la sonora música de los tam-
bores á la procesión del entierro, acompaña-
sen á todas aquellas otras que se celebrasen
anteriormente á esta durante el tiempo de
semana santa, y que, á su juicio y al del
Prior, no era ian irreverente se celebrasen
con menos silencio y compostura que fuera
menester. Y de este modo, desde entonces
hasta la fecha, se viene celebrando esta
fiesta.

M.T.L.


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