Sigo poniéndoles poemas del hellineros José Joaquín Preciados Perez Pastor
La religión.
Este camino angosto
que me enseñaron.
Este sufrir por todo
lo que nos hace daño.
Este silencio acusador
tan doloroso.
Este sufrir por el amor
dentro del pozo.
Este perdonarlo todo sin hacer nada,
esta retención de brazos y patadas,
esta misericordia mal llevada,
y la rabia y la ira amordazada.
Este levantate que se hace tarde,
esta vociferante fe en el destino,
estas manos de trabajo y desatino,
este difuminarse en el talante.
Estos banderilleros de los pueblos,
estos toros de sangre y cabestrillo,
estos valientes padres de chiquillos
que la sangre la destilan en cariño.
Este pueblo que soporta su castigo,
que trabaja y recorre los caminos,
estos hombres de la paz tan aguerridos,
que sonríen a ladrones resentidos.
Esta lucha que avergüenza sus mentiras,
estas ganas de aventarles la garganta,
la aventura de las manos y las zarpas,
que renacen del dolor de las costillas.
Estos valientes salteadores de la patria,
estos maricones de discurso enaltecido,
que te hablan del poder y de la rabia,
esta basura que tanto a crecido
no merece ni discursos, ni sonido.
Esas bocas de champan y langostino
esas nenazas que se lucran y amenazan,
y que ofrecen la mentira a sus vecinos,
esos traficantes de la nada.
No merecen este pueblo que soñaba,
ni siquiera el desdén de una mirada.
Ni las manos de los hombres agrietadas,
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