El Cartel
Hoy he terminado el cartel de la tamborada de Hellín 2022. Con él acaba una pequeña pesadilla. No soy persona medrosa; me gustan los retos y siempre he elegido en mi trabajo y en mis obras, temas difíciles a los que enfrentarme. ¿Entonces por qué la realización del cartel me ha producido tensión en vez de disfrute? Muy sencillo: esta no era una obra voluntaria; un desafío a los que me suelo enfrentar. A pesar de ser un honor realizar el cartel que representa la pasión inmemorial de mi pueblo y propia; es una obra encargada que me responsabiliza ante todo un colectivo que vibra con el tambor en las primaveras en que la luna llena brilla por primera vez. En verano me pidieron permiso para utilizar acuarelas mías en el programa de las fiestas de San Rafael y el resultado del cuadernillo, me satisfizo muchísimo. No tuve recelos de que quedasen mal mis acuarelas, pero eran trabajos libres, ya realizados y la responsabilidad se trasladó a otros que las encajaron dentro del programa.
Cuando vine de Cádiz en vacaciones, el sábado 22 de octubre, Pilar Roche me envió un mensaje por Messenger en el que decía: José enhorabuena por ser elegido para ser el autor del cartel de las tamboradas de Hellín en el año 2022.
Es la primera noticia que tengo le respondí. Me alegro de habértela dado yo. Estoy viendo el pleno de la asociación de tamborileros a través de televisión Hellín por Facebook y de los dos candidatos sometido a votación por las peñas has salido tú.
Incrédulo no le di valor, no porque creyera que Pilar bromeara, sino que nadie se había puesto en contacto conmigo y era algo con lo que yo nunca había pensado. Pero el domingo 23, la cosa cobró fuerza al llamarme Mariano Ruiz Requena para felicitarme por ser el elegido para realizar el cartel y dos días después Pedro Navarro me llamó para corroborarlo. Dije que sí por supuesto, pues considero que el ofrecimiento es un honor, pero la responsabilidad hizo que sintiera cierto miedo por no llegar a cumplir con las esperanzas depositadas en mí.
Dicha responsabilidad, no me ha inmovilizado ni privado de imaginación y creatividad. Todo lo contrario. Al día siguiente ya tenía dos bocetos. El problema principal eran el tamaño del cartel con unas dimensiones a las que yo no me había enfrentado con acuarela. Esas medidas obligan a la utilización de pinceles con los que yo no estoy acostumbrado y a pozalillos mayores para el material, pues existe el peligro de que se corte el color al darlo en el papel. Problemas técnicos y emocionales a los que tenía que enfrentarme.
Tras ligeras dudas elegí como ámbito la Plaza de la Iglesia que es el centro neurálgico de la ciudad, ahí late el pulso emocional y sentimental de los hellineros. Lugar de encuentros y ágora principal, donde los ciudadanos se citan para festejar y celebrar sus fastos y acontecimientos que han formulado a lo largo del devenir histórico, la memoria colectiva del pueblo. Aquí se han citado por primera vez los adolescentes con el pulso latente, aquí se forman mentideros de debate donde se discute de lo sagrado y lo profano. Lugar donde se centralizan todos los actos sociales e institucionales de la ciudad e insertados en ella un grupo de tamborileros que son o han sido parte de la tamborada durante años y me han acompañado en mi camino por la vida. Testigos de siempre y cómplices en mi travesía sentimental y humana.
Pensé tomármelo con cierta tranquilidad, pausando los momentos de actividad y trabajando con método, evitando los riesgos. Pero el trabajo para mí no termina al dejar los pinceles, sino que ocupa todos los tiempos. Cuando tengo algo entre manos, siempre tengo concentrada mi atención en la tarea y en la forma de llevarla a término. Me puede llegar a obsesionar, y lo mejor es terminarla lo antes posible para acabar con la tensión. Eso me ha sucedido, pero multiplicado por dos en esta ocasión y decidí acabar lo antes posible para desarmar mis miedos ante el reto que se me presentaba. He terminado, pero el miedo al fracaso continúa, pues soy muy perfeccionista y como todo artista, no estoy satisfecho del todo por mi trabajo. Sería limitarme. Siempre creo que podía haberlo hecho mejor. Siempre el autor parte de una idea que difícilmente llega a plasmar en el papel. El espectador ignora los deseos del artista y puede de forma más objetiva hacer una crítica libre de los prejuicios que aquel tiene. Vosotros tenéis la palabra.
José Martínez Olivares
Málaga 20 de noviembre de 2021
Esto escribía yo al terminal el cartel en esa fecha indicada. Anoche pude ver por internet la presentación del cartel y las revistas Tambor y Redoble y sentí orgullo de haber contribuido a la fiesta de mi pueblo. Luego tras el partido de copa, entre en internet y vi el cartel editado por la Asociación de Tamborileros y las primeras impresiones de la gente. Había críticas, algo lógico, pero me sorprendió que algunas mujeres tildaran el cartel de exclusivo pues no representaba a ninguna. Al respecto tengo que señalar que la Asociación me dejó libertad total de creación y no me señaló nada sobre el contenido del cartel.
La tamborada en Hellín, así como en Calanda, Tobarra, Moratalla, Baena y otros lugares es un fenómeno transversal, que abarca a toda la población, sin menoscabo de género, clase, condición sexual, creencia, raza o edad. Es una fiesta inclusiva y por lo tanto no es necesaria la corrección política como si pasa en otras relaciones sociales y laborales con respecto a la mujer. Esto es una obviedad y lejos de mi excluir a las mujeres. En el escrito que encabeza ya he descrito los conceptos en que me he basado para la realización del cartel, buscar otras cosas me parece de cierta simplicidad. Es cierto que en el cartel no hay mujeres; ni niños, ni ancianos, ni homoxesuales, ni gentes de color. Hay simple y llanamente amigos míos que al tocar expresan emociones que todos sentimos como nuestras. Sentimientos colectivos difíciles de expresar, pero fáciles de sentir
Pasiones
Si por un momento pudiese aplacar mi ira,
Detener el tiempo banal que daña la hermosura,
Aplacar el impulso torrencial que me derrama,
Sosegar la pasión y el furor que me domina,
Sería calmoso río que se dibuja en la llanura.
¿Se puede mensurar la pasión?
¿Contar las gotas de lluvia que forman el río?
No se debe confundir valor y precio,
Ni la fugacidad de un instante con el tiempo
Así como no se debe confundir toque y concierto.
La tradición no se conjuga con momentos,
Y una fugaz reunión no toma asiento,
Sin ese impulso vital que anima un sentimiento
Por todos compartido.
Pasión que desborda los sentidos
Mujeres y hombres golpeando las pieles
Que expresan al redoblar, quejidos