Había una vez una joven llamada Pilar, ella siempre tenía una sonrisa en su rostro, incluso en los momentos más difíciles.
Era conocida por su alegría contagiosa y su actitud positiva, que inspiraba a todo el pueblo hellinero.
Un día, Pilar sufrió un triste accidente y se marchó.
El pueblo entero estaba devastado por la noticia de su muerte, pero pronto comenzaron a notar algo extraño en el cielo nocturno.
Una estrella brillaba con más intensidad que las demás, y todos estaban seguros de que era Pilar, quien se había convertido en esa estrella para estar siempre con ellos.
La gente de Hellín comenzó a mirar hacia el cielo cada noche, buscando a Pilar en las estrellas.
La estrella se convirtió en un símbolo de esperanza y alegría para todos, y su luz iluminaba el camino en los momentos oscuros.
Aunque Pilar ya no estaba físicamente con ellos, su espíritu vivía en las estrellas, y su sonrisa y alegría seguían inspirando a todos en su querido Hellín.
Incluso en los días más tristes, la gente sabía que Pilar estaba mirando desde el cielo, con su sonrisa radiante.
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