Mirando en mi archivo, encontre la revista literaria MACACANAZ.En el numero uno de la revista literaria Macanaz sale este escríto de JUAN GASCÓN HERNÁNDEZ.
En el que decía lo siguiente :
Macanaz Y Menéndes Pelayo.
Quiero que se me perdone el atrevimiento, que implica discrepar. Aunque sólo sea en un punto concreto, del pensamiento de Menéndez y Pelayo.Don Marcelino es una figura venerada por todo español y por todo católico bien nacido, y si todos sin excepción le respetan y admiran, esta admiración sube de punto y se hace familiar y casi filial en las personas que, como quien esto escribe, han frecuentado incesantemente y desde niños la Biblioteca Nacional, fruto de una curiosa infantil confusión mental fué la idea que adquirir de que ese señor que lee seutado a su entrada habia adquirido con-
sagración pétrea y estatuaria por haberae lefdo todos kos libros de la Biblio-
teca Nacional,
Todos estos recuerdos infantiles vienen a cuento de que querria evitar
todo trance que nadie me echara en cara falta de veneración o respeto a don
Marcelino, pues siempre Je estimé como quien mås.
Mas a veces, Menéndez y Pelayo, cuando todavia no era don Marcelino,
sino un mozo impulsivo, cometia injusticias, y una de las más graves, sin
duda, es la que llevó a cabo con Melchor Rafael de Macanaz, precisamente
ei fondador de la Bibliotecu Nacional, el que estableció la casa desde la
que don Marcelino irradia hoy su ejemplo y su lección a todos lo8 eetudio-
sos españoles.
Ya es cosa fuerte que le inclaya entre los heterodoxos, aunque hoy es
lugar común que ni son todos los que están ni estân todoe los que son. Y la
injusticia es casi atroz, pues a Macanaz de seguro nada le importó tanto en
su vida como el eer buen católico y cumplidor con los deberes de la Santa
Madre Iglesia ; y no sóla era cumplidor en conciencia, sino qne, como hom-
bre público, se cuidó siempre de proclamar y hacer mil protestas de su res-
peto filial para con la Iglesia.
Macanaz era español por los cuatro costados ; monárquico y defensor de
los privilegios reales a macha martillo, pero por encima -y quizå sea mejor
decir por debajo de todo eso, fundamentando toda su condueta- era un ca-
tólico sin tacha. Y esto que se afirma aqui ahora un poco a voleo quizá
pueda ser pronto demostrado cumplidamente por el Padre Juan Meseguer,
que ha emprendido abora la tarea de estudiar rigurosa y cientificamente la biografia de Macanaz, que fué enterrado con el habito franciscano y que, por lo tanto, se hace digno de estudio por todo investigador franciscano como el Padre Juan Meseguer.El joven Menéndez y Pelayo se levantó una mañana y ni corto, ni perezoso, enjaretó estas palabras, que tanto daño han hecho a la figura de Ma-
canaz y que han servido para levantar esa leyenda negra, que ahora, con
instinto certero se intenta desvanecer : Entre los leguleyoa del siglo XVWI
pocos hay tan antipáticos com o él, y vanos son cuantos esfuerzog se hacen
para rehabilitar su memoria.> Leguleyo y antipåtico son quizá los dos cali-
ficativos que más dificilmente riman con Macanaz. Macanaz fué siempre on
organizador, an proyectista y
planificador, y tengo Para
polfico y
mi qne no hay nada más opuesto al espiritu leguleyo que el espiritu politico y de iniciativa. jAntipático Macanaz, y parece totalmennte su vida digna de ser descrita por Pio Baroja! Macanaz fué un tipo vital pletórico,
en perpetua eclosión de proyectos e ideas, fué un viajero ineansable, un ompedernido perseguidor de la mayor gloria de España. Sus enemigos podrian tildarle de peligroso, de audaz o enredador, pero nadie con el minimo
viso de razón podria decir de él que fué antipático.
En el libro VI, capitalo I de los Heterodoxos ensarta Menéndez y Pelayo
un rosario de lindezas contra Melchor de Macanaz, que queremos aborrar a
nuestros lectores. La pluma de nuestro glorioso polígrafo, siempre vibrante
y vehemente, se torna ademås en eeta ocasión agria e inexorable, & Mereció
Macanaz ese terrible anatema que contra él lanza Menéndez y Pelayo en la
página 63 : Su nombre sea de cruel recuerdo entre los católicos españoles>,
Nosotros creemos sinceramente que no y estimamos urgente que se saque a
Macanaz del foso de vilipendio en qne lo sumió Menéndez y Pelayo,
Macanaz se hace simpático no sólo por haber sido el fundador de la Bi-
blioteca Nacional, sino porque fné acaso el primer planifcador de la orga-
nización de nuestra estructura administrativa ; né un defensor de la cen-
tralización que dió como fruto la organización administrativa en que hoy
vivimos. Macanaz no fué u arbitrista, sino un político, que es casi lo con-
trario. Todas las ideas de Macanaz estaban transidas de futuricidad. Poli-
tico es quien adivina lo que va a ser y contribuye a que sea. Como en la se.
milla el årbol, asi en Macanaz está prefigurada la complicada trama admi-
nistrativa en que hoy nos ha tocado vivir, El Conde de Floridablanea
pri-
unistros. anros a. .an ca
mer organizador español del Conse jo de Ministros- aprendió mucho de
, "o lambién Cah. - .
Macanaz, asi como también Cabarrús, Campomanes y Jovellanos, que fue-
ron log ine
los inspiradores de Javier de Burgos, Oliván, Ortiz de Zúniga y demás
abuelos de la ciencia administrativa española, Si log administrativistas es-
pañoles se vieran en la necesidad de designar un tatarabuelo, nadie tendría más títulos, a mi juicio, quo Melchor Rafael de Macanaz, por lo demás siempre impetuoso y joven, y que, a pesar de haber vivido noventa aïos, se le concibe siempro en plena juventud, Aunque Macanaz fué centralista, no despreció nunca la realidad viva de nuestra tradición, y asistimos abora alborozados a una época en la que quizá se pueda aplicar a Macanaz lo que ya se dice de España : Quod finis terrae fuit, centrum orbis hodie est.d
Juan GASCON HERNÅNDEZ
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