Dolorosas hellineras
Felicidades a todas las Dolores, Loles, Lolis, Lolitas y Lolas en este Viernes de Dolores preludio de una Semana Santa que otra vez se anuncia como virtual. Hoy vamos a hablar de las dolorosas hellineras; obras de imaginería notables que están en nuestro imaginario colectivo.
La Dolorosa
Federico Coullaut-Valera (1912-1989), fue un escultor e imaginero madrileño del que mi pueblo Hellín tiene varias esculturas, una civil: el monumento al General Cassola y varías imágenes procesionales de Semana Santa: La Dolorosa, réplica de la imagen desaparecida en la Guerra Civil obra de Salcillo; Santa María Magdalena (1944), Jesús Nazareno (1945), La Oración del Huerto o Paso Gordo (1945), el Resucitado (1949) y El Prendimiento (1950).
Nuestra Señora de los Dolores (1940). También conocida por "La Dolorosa", es una imagen de vestir, réplica de la imagen original realizada por Salzillo y desaparecida durante la contienda civil de 1936-39. Es una de las imágenes que mayor devoción despierta entre los hellineros y es uno de los iconos de la Semana Santa; se encuentra expuesta al culto en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción y fue la primera imagen de carácter religioso realizada por Federico Coullaut Valera.
En el contrato se le exigía que renunciara a toda inspiración artística logrando el mayor parecido con la Dolorosa desaparecida en la Guerra Civil. El resultado fue asombroso; el delicado y contenido rostro de la imagen, muestra inequívocamente el estilo de Salzillo, cuyas Vírgenes y ángeles son de una belleza reconocible y estremecedora. Nadie fue capaz de expresar mejor que Salzillo, la belleza andrógina de sus ángeles, que Coullaut en el Resucitado reprodujo fielmente. En Hellín se dice que el ángel de Salzillo, no tiene cara de mujer ni de chiquillo.
Nuestra Señora del Dolor
José Rodríguez Fernández- Andes, imaginero sevillano del que tenemos noticia gracias a sus obras que dan brillo a nuestra Semana Santa, presentó en 1946 una imagen de candelero de una dolorosa a la Exposición Nacional de Arte Religioso “Estampas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo”, que se celebraba en Madrid en el Palacio de Cristal del Retiro. La imagen de fina talla, obtuvo la medalla de plata del certamen.
Antonio Millán Pallarés, adquirió la imagen el 12 de diciembre de ese mismo año en negociación directa con el artista hispalense que había bautizado su obra como Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos y que tras su adquisición fue renombrada como Nuestra Señora del Dolor.
A su llegada a Hellín, la imagen permanece en el domicilio de Remedios Marín Rodríguez de Vera en la calle Barbarroja, para ser trasladada con posterioridad al Santuario de la Virgen del Rosario, donde ocupó la hornacina que actualmente ocupan las imágenes de San Juan y la Magdalena. Poco duró su ubicación en el Rosario, pues en 1950, se traslada a la iglesia de los RR.TT. Capuchinos.
Como hemos dicho con anterioridad, Fernández-Andes era sevillano y en sus obras de dolorosas, es notoria la influencia de las escuelas andaluzas, tanto sevillanas como granadinas. El rastro de Roldán y su hija la Roldana, conocida como la escultora de las vírgenes, es indudable tanto en la morfología como en la actitud.
La Virgen del Dolor es una imagen de candelero realizada en madera policromada con bonito rostro con facciones suaves y dulces, nariz corta, boca pequeña con el triángulo central muy marcado, entreabierta mostrando los dientes superiores con insinuación de la lengua y pliegue nasolabial perfectamente dibujado; cuello redondo con papada, los ojos algo abultados con el párpado inferior muy marcado, la nariz algo respingona para dejar ver las fosas nasales, las cejas finas, ligeramente fruncidas y algo arqueadas, y mirada un tanto extraviada. Ojos de cristal y cinco lágrimas, tres en el lado derecho y dos en el izquierdo; hoyuelo en la barbilla, algo genuflexa con la cabeza ladeada a la derecha como los modelos granadinos; las manos abiertas y separadas como los modelos sevillanos que permite la colocación de pañuelos, joyas y rosarios.
La Virgen del Dolor procesiona con enseres tan suyos como su corona de Reina, su pañuelo y su rosario que en sus manos luce cada Jueves Santo, su manto bordado recientemente restaurado, su corazón de oro y pedrería, y todo ello enmarcado con elementos que conforman su paso de palio. Un trocito de Sevilla trasladado a nuestra Semana Santa. Es impresionante su salida con los costaleros de rodillas para salvar el gálibo del portón de la iglesia de los Capuchinos.
La Virgen de Luto
En muchas iglesias se exponen imágenes de la Virgen Dolorosa vestida de luto, la mayoría de ellas protagonistas de las procesiones de Semana Santa. Estas vestiduras fúnebres con que se visten, pertenecen ya a la iconografía popular y es acorde al dolor y la tristeza de la imagen representada. La tradición se inicia en Madrid en 1565, cuando doña María de la Cueva, condesa viuda de Ureña y Camarera Mayor de Isabel de Valois, dona uno de sus propios trajes de luto para vestir la imagen de la Soledad que labró Gaspar Becerra a instancias de la reina. Tal fue la aceptación general de esta nueva iconografía que pronto se extendió a las Dolorosas de toda la península y de los territorios conquistados por España en ultramar.
El origen de las Vírgenes Dolorosas se remonta a los Calvarios y Piedades medievales, pues no es sino una mera extracción de dichos conjuntos escultóricos a la que se le añaden algunos elementos iconográficos, como los siete cuchillos clavados en su corazón que reflejan los siete dolores que debía padecer según las Escrituras. Estos son: Profecía de Simeón el día de la Presentación en el Templo, Huida a Egipto, Pérdida de Jesús en el Templo y su encuentro entre los doctores, el Encuentro de Jesús con su Madre camino del Calvario, la Crucifixión, la Entrega de Cristo muerto en su regazo y, por último, la Sepultura de su Hijo.
Al igual que ocurrió con la figura de Cristo, el mundo barroco español trató de representar estas imágenes con gran verismo, imprimiendo en ellas toda clases de sentimientos que reflejaran una gran exaltación de humanidad, de ahí, que la imagen de María fuera enriquecida con ropajes naturales, atributos y toda serie de elementos postizos que la hicieran más terrenal.
Por estos motivos, todas las Dolorosas son imágenes “de vestir” o “de candelero”, también conocidas como “tallas de alcuza, devanadera, miriñaque o bastidor”. Se entiendo por candelero al maniquí formado por un armazón de madera compuesto por dos secciones troncocónicas unidas entre sí para darle una forma antropomórfica, en cuya parte superior se coloca el busto tallado y los brazos articulados. Para darle una mayor consistencia, este armazón de listones se recubre con tela, lienzo u otro material similar, mediante el cual se aligera el peso de la imagen.
El busto y las manos se tallan en madera de la mejor calidad (cedro, ciprés o pino), para ser policromada después mediante carnaciones que asemejen un rostro y unas manos naturales. Los ojos se trabajan siguiendo tres procedimientos: pintados sobre la misma madera; en segundo lugar, mediante la “cascarilla”, formada por un cascarón de huevo reforzado por una pasta especial que se policroma después; y, por último, la técnica más usual, consistente en la utilización de ojos de cristal que se introducen al ahuecar la mascarilla y fijarlos en el globo ocular. Para conseguir un mayor efectismo de dolor, se le añaden unas lágrimas cristalinas superpuestas en las mejillas, de ahí, que la Virgen porte en su mano un pañuelo para enjugarlas.
En el rostro se plasma la belleza de estas imágenes como representación de la mujer española, caracterizada por sus ojos oscuros y serenos, por su dulzura y por su juventud, anacronismo que simboliza su virginidad.
Virgen de la Soledad
La imagen de la Virgen de la Soledad es una talla de candelero neobarroca de autor anónimo del siglo XVIII-XIX (se desconoce la data aunque ya existía antes de la fundación de la hermandad en 1862) el origen por su iconografía es seguramente castellano, aunque no se puede afirmar taxativamente.
Su cara responde a esa estética neobarroca ya comentada, con un rostro formado por un óvalo de perfectas proporciones con cejas arqueadas; los ojos cristalinos algo abultados con pestañas, con el párpado inferior muy marcado y de mirada introspectiva de los que manan seis lágrimas, tres en cada mejilla; nariz recta, boca pequeña bien dibujada con el corazón del labio superior bien marcado, entreabierta que muestra los dientes con insinuación de la lengua; pliegue naso labial marcado y suave mentón que le imprimen ese aire de dolor contenido y belleza serena acentuada por sus conseguidas carnaciones; ligera papada y cuello redondo. Sus manos entrelazadas como las vírgenes granadinas, de intachable factura, portan la corona de espinas como símbolo del dolor, y una orquídea cuando algún cofrade ha sido padre y el pañuelo para enjugar sus lágrimas. Sobre su pecho el corazón llameante traspasado por siete puñales como símbolo del amor atravesado por los siete dolores y los tres clavos.
Porta una corona imperial con ráfagas por tratarse de la Reina de los Cielos. Una corona que, además, cumple con la predicción apocalíptica que dice: “Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna bajo sus pies y sobre la cabeza una corona de doce estrellas” (Ap. 12,1), contando también con diversos testimonios como el de santa Matilde, a quien se le apareció la Virgen y le dijo: “El Hijo con su divina sabiduría, me hizo tan resplandeciente que me convertí en refulgente estrella, que ha iluminado cielos y tierras” .
Las estrellas responden simbólicamente a las doce tribus de Israel, a los doce Apóstoles, así como también a signos astrológicos como son los doce signos del zodíaco representados en los doce meses del año. Su corona ciñe la toca que va sobre el manto negro decorado con hermosos bordados. Luce rostrillo de encaje muy vistoso bajo la toca.
La imagen posee el manto con el que luce en la Procesión del Santo Entierro y ese mismo día se le pone una túnica negra de terciopelo. También Viernes Santo por la noche la imagen luce un broche que la Hermandad le regaló y otras joyas donadas por personas devotas a la Imagen. Tiene otros mantos y túnicas que se cambian a lo largo del año, no todas son negras, también tiene alguna de color blanco. Y luego tiene varias mantillas, pañuelos que luce entre sus manos, rosarios, etcétera. Se conserva como reliquia un manto de antes de la guerra que volvió a lucir en los años 40 que se ha mostrado en varias ocasiones en exposiciones de la hermandad.
Está situada en una de las capillas laterales de la Iglesia Arciprestal de Ntra. Sra. de la Asunción, es del siglo XVII, su interior de estilo barroco, se adorna con motivos de la Pasión, sobresaliendo tres retablos del artista valenciano Capuz, el central es donde se encuentra la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad, y los otros dos, de menor tamaño, están decorados con un Cristo Crucificado y el Sagrado Corazón de Jesús. Esta capilla ha sido restaurada recientemente y adornada con una reja de forja en cuyo centro se encuentra el escudo de la Hermandad.
.ndo terminó la guerra, a Don Ramiro Marín Valcárcel le devolvieron la cara y las manos, y con esas dos reliquias se fue a Murcia donde José Sánchez Lozano reconstruyó la imagen. Tanto la ca.rgen de las Angustias, también conocida como Virgen de los Puñales, titular de la iglesia del mismo nombre de Valladolid e icono castellano de la Dolorosa, como la Esperanza Macarena es a la mariolatría andaluza, no solo está creando una obra de arte inigualable, sino que a partir de ese día, será un icono a recrear por todos los imagineros castellanos que posteriormente asomarán a la hi.noche, sobre trono de estilo renacentista, realizado también por Víctor de los Ríos, policromado por Muñoz Barberán.
En Hellín también podemos observar del mismo escultor, el paso de "Entrada de Jesús en Jerusalén", llamado popularmente "La Burrica", copia de la talla palentina del mismo nombre, que procesiona en los Domingos de Ramos desde 1959 y que en sus inicios fue conocido como “La Entrada”
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