sábado, 4 de febrero de 2023

Muerte de un torero. Juan López Docón

 Este articulo lo encontré en mi archivo no se quien  lo escribió  pero esta muy bien, salió publicado en un periódico de los de antaño dicho artículo dice así :


MUERTE DE UN TORERO

 

Soñaba con el traje de luces, con una buena faena y salir a hombros de la plaza. En la imaginación de todos los aspirantes al toreo siempre ha resonado el clamor de los aplausos. Quizá por ese afán a la ovación, el maletilla José Ródenas López “El Tarragueñito” llegó a Elche de la Sierra en 1970 para probar fortuna. Desde el otro Elche, el de Alicante, donde trabajaba como pintor, vino con la ilusión de “ser alguien” en el toreo. Solía moverse en pequeños festejos, tenía su carnet reglamentario y animado por los novilleros que iban a lidiar las reses de Gerardo Morcillo, de Santiago de la Espada (Jaén), pensó que era una buena oportunidad. “Mira, apúntate y sales de sobresaliente, pues el que estaba anunciado no ha venido”, le dijeron. Y así lo hizo, “El Tarragueñito” se lanzó al ruedo, dio un par de capotazos y entonces, se le apareció la tragedia.Todo ocurrió la tarde del 17 de septiembre. “Fue a las siete menos cuarto; el muchacho resbaló y el novillo le cogió contra la barrera, lo levantó en alto y la gente de la barrera logró quitarlo de entre los cuernos de la res. Ya el festejo no tenía lucimiento”, así lo describía, unos días después, Antonio Ruescas en la crónica publicada en el diario murciano Línea. Tras el incidente, intervino rápido el doctor Martínez Amores quien pudo hacer una primera cura y constatar “una herida de cinco centímetros en la región glútea derecha”. El maletilla fue trasladado al Centro de Higiene de Elche de la Sierra pero hacia la madrugada comenzó a sentirse peor. Se dispuso un coche para llevarlo a la Residencia Sanitaria de Albacete. Al parecer, en el camino, cerca de Hellín, el chófer le preguntó al muchacho: “¿Quiéres que nos vayamos por la carretera de Pozohondo, que es igual para ir a Albacete, pasamos por el Campillo y ves a tu familia?”. Y el infortunado contestó: “No, alarmaría a mi familia. Es igual, ellos saben que estoy en Elche de Alicante, trabajando, y no me esperan hasta tres meses”Finalmente, el joven albaceteño de 26 años perdió la vida. Según las informaciones de entonces, su familia se enteró por casualidad. El fatídico hecho ocupó portadas de la prensa de sucesos del momento. Publicaciones que deslizaron la idea errónea de la mala atención médica recibida. La historia de este aspirante a figura del toreo ilustró incluso las páginas de los famosos El Caso o ¿Por qué?, donde se lanzaba este gancho a los lectores: “Conozca el drama de un torerito en Elche de la Sierra”. El semanario gráfico de los toros, El Ruedo, también ofreció su visión de los hechos en un artículo titulado, “Cara y Cruz del Toreo”. Y de eso trataba, de la suerte, que sonrió a algunos, muy pocos, como al Cordobés, que se tiraba de espontáneo en sus inicios; o la fortuna que desvió su riqueza ante el “Tarragueñito”. Muchos, como él, se quedaron a mitad del camino, “sin gloria, sin nombre, sin dinero”, se dice en el texto y añade el redactor: “ya ven ustedes cómo un nombre en la torería, la búsqueda para dar salida a la afición y encontrar a su vez satisfacción y millones posee, en todas las ocasiones, el tributo de sangre y, en varias, con él, llega la muerte sin apenas el ilusionado torerillo haber ganado lo suficiente para comprarse un vestido de luces”.

Precisamente, tal y como contaba ABC, en agosto de este mismo año de 1970, en la plaza improvisada de Bogarra, el novillero Miguel Tárrega “El Amargao”, se libró por poco del fatal porvenir. El destino del hombre ha estado ligado al toro desde hace miles de años. Según ha contado la historiadora Blanca Gamo, “el toro es un representante de la divinidad y como tal una de sus funciones es proteger a los difuntos”. La cultura ibérica, tan presente en nuestra provincia, ha dejado grandes joyas arqueológicas relacionadas con este mítico animal. Más cerca en el tiempo, desde 1829, ya existe plaza de toros en Albacete. Se construyó para cinco años y duró décadas. En el viejo coso falleció un banderillero, Juan Mula, conocido por el Oliverito. “El toro lo volteó resultando el diestro con grave conmoción, siendo trasladado a la enfermería y de allí a casa del antiguo matador Cándido Martínez “El Manchego” en donde falleció a las pocas horas”, publicaba el Eco de Cartagena el 26 de junio de 1908. Dramáticamente, con solo unos meses de diferencia, su hermano también murió en la plaza de La Roda. Y el 9 de septiembre de 1913, como cuenta Alberto Mateos Arcángel en el mítico libro “Del Albacete antiguo”, el picador Artillero, de nombre Bautista Santonja Rasón, “fue derribado de salida por el primer astado de la tarde, produciéndole tremendo trauma en el vientre y conmoción cerebral. Al siguiente día, habiéndosele declarado la peritonitis, falleció en el Hotel España”.En 1917 se construyó la nueva plaza de toros de Albacete, costó 546.840,43 pesetas y, en sus primeros tiempos, la obra generó debate periodístico en la ciudad. El diario especializado La Ovación titulaba que se hundía recién hecha. Se subsanaron los desperfectos y empezó una larga historia de tardes de éxitos y algún que otro suceso luctuoso. Por aquí pasaron Juan Belmonte, Sanchez Mejías y Enrique Pérez alias “Torerito de Valencia”, quien el 28 de septiembre de 1919 recibió una cornada en el lado izquierdo del pecho. Murió días después. El fotógrafo Julián Collado captó el asolador retrato de su entierro. La imagen puede verse en el libro de Alberto Mateos, quien además apunta que los restos mortales estuvieron expuestos en el Hospital Provincial. El retrato no deja indiferente a quien lo mira: el ataúd abierto, la cuadrilla alrededor y el infortunado en medio de la escena.

A otros toreros, la tragedia les rozó en Albacete. El famoso Manolete sufrió aquí un percance que le tuvo algún día hospitalizado en la ciudad, como mostramos en una de las imágenes. Ocurrió el 11 de septiembre de 1943. Aparte del puntazo de pronóstico reservado, “un energúmeno le insultó desde el tendido y el subalterno Alfredo David le replicó; el agresor, entonces, le arrojó una botella que no llegó a hacer impacto”, contaban en la Crónica de Albacete más de cincuenta años después. Demetrio Gutiérrez y José Sánchez de la Rosa explicaban en aquel número especial más detalles sobre Manolete y Albacete. Y es el que mito taurino del franquismo tenía raíces albaceteñas, su madre había nacido y se había criado aquí. En más de diez ocasiones, actuó en las plazas de Albacete y Hellín, la última en 1945. Solo unas docenas de faenas después, el torero se encontró con su destino. La muerte le esperaba en Linares, una tarde de agosto de 1947. Aquel ídolo de masas conmocionó a la España de posguerra.Y durante años, el drama se olvidó de Albacete. Eso sí, algunos toreros de la tierra se dejaron la piel en otras latitudes. Los novilleros Ricardo López, en Castellar de Santisteban, en 1957 y en 1967, Ángel Alcaraz “Angelete”, en Torre Pacheco. Quizá pocos se acuerden de ellos. Lo que no ha desaparecido de la memoria de muchas personas es la tarde del 14 de septiembre de 1981. Feria de Albacete. Sale el quinto toro de la corrida, “Sospechoso”, y salta a la arena Fernando Eles “el Chocolate”. El espontáneo, ante la mirada de alguien que también lo fue, “El Cordobés”, es arrollado por el morlaco y ya en el suelo, recibe dos cornadas que le causan la muerte en ese mismo instante. Una imagen que dio la vuelta al mundo gracias a las instantáneas captadas por los fotógrafos, en especial la de Manuel Podio, que se publicó internacionalmente.Aquella muerte, casi en directo, impresionó tanto que algunos dejaron de ir a los toros. La estampa del espanto quedó impresa para siempre en quien lo presenció. Un desafortunado muchacho que intentó emular a otros que sí triunfaron. Movido por la sed de progreso, guiado por la inconsciencia del peligro, tal vez, alentado por una meta que muy pocos alcanzan. Su historia es la de un soñador más que buscándose la vida, la perdió.

 

 

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