En la calle del Salvador,
había una ventana,
espuesto en un balcón,
un pájaro que cantaba.
Según vamos caminando
lo escucho todos los dias,
a este pajarito trinando
rebosante de alegría.
Solo le faltaba hablar,
y lo digo por supuesto,
ya no le faltaba de nada,
el siempre contento.
Radiaba alegría y siempre,
daba gusto pasar ,
cerca de este enigmático arco
por escucharlo cantar.
Ahí cantar de los cantares,
que cada vez que cruce el arco,
escuche ése canto.
Dice una voz popular,
Quien me presta un mechero,
para poder encender,
un cigarrillo con esmero.
Y escuchar todos los días,
a este pajarito trianero.
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