Mirando en mi archivo encontre este artículo a Matias GotorY Perier, escrito por IEA .
Dicho artículo dice así :
MATIAS GOTOR Y PERIER (21 febrero 1987)Por :IEA
Hace unos pocos días decíamos en estas mismas páginas que «las calles y las casas no son las que definen a una ciudad, sino sus hombres: los que viven y los que ya han muerto. Por eso, junto a las grandes avenidas, junto a los parques y jardines, lo más esencial de una ciudad es también su composanto: "allí donde reposan los hombres que la han creado". Estas palabras las escribía entonces en homenaje a un gran amigo albacetense desaparecido, Alberto Mateos Arcángel, y pueden -y deben- ser ahora pronunciadas también en memoria de otro gran amigo, Matías Gotor y Perier, lo mismo que hace poco tiempo fueron pensadas también para José S. Serna. Tres amigos desaparecidos, tres albaceteños ilustres, que quiero hoy unir en estas líneas, para simbolizar con ellos todo lo que me parece que ha sido lo más importante y trascendente de Albacete, a partir de los años 20. Porque hombres como ellos son los que han definido totalmente el espíritu de una ciudad como la nuestra.
Los tres estuvieron siempre tan identificados con su historia, con el alma de la ciudad, que sin ellos la ciudad no habría sido lo que es. ¿Cómo puede hablarse de Albacete, desde 1920 a nuestros días, sin citar a personas como Matías Gotor y Perier, José S. Serna y Alberto Mateos Arcángel?. No estaríamos hablando en realidad de Albacete, sino de cualquier otra ciudad, perdida en una galaxia remota.
El camposanto de Albacete se ha vestido de lujo, en esta espléndida mañana de domingo, con los cipreses cubiertos de blanco, para recibir de nuevo a otro hijo ilustre de la ciudad. Muy cerca de la última morada de Matías Gotor y Perier se encuentra otra, sin lápida, dedicada a «Un vagabundo desconocido»; un poco más acá, la del gran impresor y creador de empresas periodísticas Sebastián Ruiz y López; y en medio la de Antonio Gotor Cuartero, el más ilustre orador que ha dado el foro albaceteño.
Caminando por las avenidas del cementerio, acompañado de Juan José García Carbonell y de Antonio Millán Miralles, comentábamos: ¿De qué hablarán ahora, en el reencuentro feliz, padre e hijo? ¿De San Juan de la Cruz, de Antonio Machado, de Miguel Hernández, de la condesa de Villaleal? Quizás estén ahora todos juntos, ahora que la cronología histórica ya no es obstáculo para ellos, disfrutando de la poesía más dulce y profunda, la que jamás ha podido ser escrita, y que todos ellos se guardaron para una ocasión entrañable y eterna como ésta.
No tuve la suerte de escuchar jamás la oratoria brillante y exquisita, vibrante creo, de don Antonio Gotor Cuartero, pero sí que gocé, en una noche inolvidable, con una magistral conferencia de su hijo Matías, que heredó del padre la maravilla del verbo, y que cautivó a todo el auditorio de la Cueva de la Leña, en Chinchilla, en el Sancta Santorum de Manuel Belmonte y de Carmina Useros, contándonos miles y miles de cosas sobre Antonio Machado.
Recuerdo que una vez terminada la conferencia, en el coloquio amigable que siguió, Matías Gotor y Perier me preguntó cuál de los dos poetas, Antonio Machado o San Juan de la Cruz, me parecía el máximo representante de la poesía española de todos los tiempos. Mi contestación fue rápida como el rayo: Miguel Hernández. Una impertinencia que enseguida me fue perdonada, al asegurar el conferenciante que desde luego Miguel podría ser el tercero de su devoción. Y empezó a recitar sus poemas, y a contarnos cosas tan interesante sobre el vate oriolano, que podrían haber constituido de nuevo otra magistral conferencia, sin necesidad de preparación previa.
Matías Gotor y Perier es uno de los poetas albacetenses que podríamos considerar con plena justicia dentro del contexto generacional del 36. Ese grupo selecto y exquisito que hace mucho tiempo, en mi «Aportación de Albacete a la literatura española» (1974), bauticé como la «Generación poética de Agora y Altozano», y de la que formaban parte Eleazar Huerta Valcárcel, Agustín Sandoval, Enrique Soriano, Ramón Castellanos Villoldo, Eduardo Quijada Alcázar y, en la prosa insuperable, José S. Serna. Dentro del mismo contexto generacional, pero sin vinculación con estas revistas literarias, estaban otros poetas albacetenses, también de las generaciones del 27 y del 36, como Mariano Tomás, Huberto Pérez de la Ossa, Francisco Belmonte López, Francisco del Campo Aguilar y Vicente Garaulet. Un gran abanico de nombres, que es preciso estudiar y sacar del olvido, porque todos ellos estaban entonces en la plena vanguardia poética de su momento, y, podrían haber figurado con todos los honores en las nóminas más brillantes de la poesía española.
Circunstancias lamentables lo impidieron: sobre todo el mazazo de laguerra civil, que dispersó el grupo hacia todos los vientos, ocasionando, con el desarraigo de unos y la desesperanza de otros, que sus ansias de plenitud poética se diluyeran un tanto, o se ocultaran, hasta el punto de constituir lo que yo también he llamado como «poesía del silencio» de Albacete, poesía que sólo al cabo de muchos años se atrevió de nuevo a salir a la luz. ¿Es ésta la causa que nos explica que Matías Gotor y Perier, después de los grandes valores vanguardistas poéticos derrochados en Agora («Círculo del sortilegio de Axum», «Oda a las madres jóvenes»), languideciera de golpe, y tan sólo publicara, aparte de sus «Versos a Manuel Rodríguez» (1947), alguna que otra poesía anual de circunstancias? ¡Qué buen poeta hemos perdido! ¡Qué admirable voz lírica languideció en un brillante despacho de abogado! Hace algún tiempo me confesaba su intención, frustrada como la de sus «Memorias», de publicar un libro en el que estuvieran sus obras completas en verso y prosa, que la mayor parte estaban inéditas. ¿Conoceremos alguna vez esta obra ignorada? Es una gran empresa que la ciudad de Albacete, que las entidades culturales del municipio deben emprender, de acuerdo con la familia. Matías Gotor y Perier fue un verdadero lujo para Albacete. Uno de los hijos más brillantes que ha tenido esta ciudad. Y la ciudad no debe olvidarlo. No sólo entregando cuanto antes a su viuda el título de Hijo Predilecto que en su día acordó el Ayuntamiento, sino dedicando una calle con su nombre, y editando sus obras completas. Y lo mismo deben hacer con los demás hijos adoptivos y predilectos, y con todos aquellos albacetenses que también lo merecen.
Descanse en paz Matías Gotor y Perier, abogado, escritor, orador y, sobre todo, poeta y albaceteño.
firma IEA
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