miércoles, 8 de marzo de 2023

Calle de las Caínas.José Martínez Olivares.

Caínas, calle


No por traición

Me llaman a mí

Desde Hoz a Vía


Situada al sureste del Barbudo entre la de la Hoz y la de Vía en rampa con peana lateral. No sabemos su origen, aunque su nombre sugiere ciertas analogías que no me resisto a citar en un juego meramente especulativo.

  

En la Divina Comedia, Dante divide el círculo 9, el de la traición, definido en el infierno 11 como actos delictivos entre individuos que comparten lazos especiales de amor y confianza o consanguinidad en cuatro regiones. El Caín bíblico con nombre de Caína (primer hijo de Adán y Eva), que mató a su hermano Abel por envidia, después de que Dios mostró agradecimiento por la ofrenda del sacrificio de Abel (Génesis 4:1-17); condenado a una existencia de vagabundo, Caín posteriormente construyó una ciudad Enoc (nombrada así por su hijo Enoc) que, para algunos teólogos cristianos, en particular San Agustín (Ciudad de Dios, libro 15) representa los males de la ciudad terrenal. En el círculo de los lujuriosos, Gianciotto que asesinó a su mujer Francesca y a su propio hermano Paolo, es situado como futuro habitante de Caína (INF 5.107). Dante también llama la atención de dos hermanos, el gibelino Napoleone y el güelfo Alessandro que mató uno al primero debido a una disputa por una herencia (INF 32.55-60).


Cania (o Caína) el infierno del hielo es el cuarto de los Nueve infiernos de Baator en el juego de rol Dungeons & Dragons (Dragones y Mazmorras) Es un paraje desolado por las temperaturas extremadamente frías en toda su extensión; pese a esta particularidad es el hogar de cientos de diablos y semidiablos que participan (o no) en la Guerra de la Sangre entre baatori (diablos) y tanar'ri (demonios, los que habitan en El Abismo). 


El Señor de Cania no es otro que Mefistófeles, encerrado en un iceberg por Asmodeo, al intentar sublevarse a él. Asmodeo es nuestro diablo más familiar en Hellín, pues en el Libro de Tobías, el arcángel Rafael le enseña a éste como deshacerse del demonio (Asmodeo) que, con el fin de impedir que consumaran su unión, había matado a los siete maridos anteriores de Sarah en las noches de boda. El ritual consistía en esperar tres noches después de la unión para tener relaciones, también debía atrapar un pez y colocar su corazón e hígado en carbones encendidos. Los vapores producidos con el hechizo forzaron a Asmodeo a huir a Egipto, lugar donde fue atrapado por el arcángel Rafael.


En el folclor judío, Asmodeo era el hijo de un hombre mortal y del ángel de la prostitución (Naamán), escritos dicen que su padre era Adán y que lo concibió mientras estaba casado con Lilith. De acuerdo con los textos del año 100 y 400 antes de Cristo, el origen del demonio dice: “Yo nací de la semilla de un hombre y un ángel.”

Dentro de las fábulas de la biblia hebrea, Asmodeo es el demonio de la ebriedad y lujuria, el que disfruta de estrangular a las novias en su noche de bodas dentro de la recámara nupcial, evitando así que consumen su amor.


Durante el siglo XIX, parejas en varias regiones de Francia, Alemania y los Balcanes seguían el ejemplo de Tobías y Sarah, esperando tres posteriores a la noche de bodas para efectuar la unión carnal. Según cuenta la Historia, los esposos franceses pagaban un diezmo a la Iglesia para tener permiso y obviar esa regla. 


En los textos hebreos, Asmodeo era miembro de los ángeles serafines, la jerarquía más alta en el Reino del Cielo. En el contexto de la historia del cristianismo, este demonio era adorado por las brujas de la Edad Media, razón por la que en 1617 se lo acusó de poseer a las monjas de Loudun en el pueblo de Poitiers


Y ya permitida la licencia, señalar que el polifacético artista panameño Rubén Blades publicó en 1985 un elepé que incluye entre sus canciones la Caína, cuya letra reza así:


Te agita y te enreda, pecadora; después que la

abrazas, te devora; no se puede querer a la Caína,

no se puede creer en la Caína.

Tú crees que la tienes controlada, pero tú sin ella

no eres nada; no se puede querer a la Caína,

no se puede creer en la Caína.

No se puede querer a la Caína.


José Martínez Olivares

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